lunes, 7 de febrero de 2011

Mundial de Nueva Zelanda (V) - Competición, el resultado de tu trabajo

Teníamos un amigo poco agradable entre nosotros, la gripe. Poco a poco se fue apoderando de algunos de nosotros, añadiendo un peldaño más que superar en nuestra competición. En mi caso, ya me daba igual cualquier cosa, llevaba mucho tiempo “entrenando” mi cabeza para cualquier contratiempo que se presentase a última hora. Fastidia mucho porque baja tu rendimiento, pero lo mismo les pasa a tus rivales, al fin y al cabo todos vamos igual. Alternando las sudadas típicas en la cama y los dolores de cabeza y de ojos, fuimos pasando los días de la mejor manera posible, bebiendo mucha agua y a base de paracetamol.

Yo tenía claro que las medallas estaban muy difíciles, pero ese día nunca se sabe…. Mi intención, como siempre, era reflejar el trabajo que había hecho en los entrenamientos e intentar superarme en cada prueba. Mi primera carrera en este Mundial fue el diez mil, el primero de la temporada y dónde más opciones tenía de estar arriba. Salíamos sin miedo y con la intención de superar a mis amigos europeos y hacer la mejor marca posible. Me encontré muy bien durante toda la carrera y conseguí un registro excelente, conseguí mi mejor marca y rebajé el record de España en casi dos minutos. Esto es genial, pero como siempre te queda algo de pesadumbre. En mi caso, se llamaba Wada, el atleta japonés que llegó delante de mí. Le oí cambiar desde lejos, tenía un correr extraño, con un fuerte zapateo, parecía que iba mal, pero no, era su forma de correr. Como yo me encontraba fuerte quise tirar detrás de él, pero no pudo ser. Al final, un quinto puesto que no está mal y por detrás Andrea Cionna y los portugueses. ¡Qué grande es Andrea y qué clase tiene! Consiguió recuperarse del tropiezo con mi guía y casi nos pilla. El último día de competición, se proclamó subcampeón del mundo de maratón en este Mundial.

Mi otra prueba fue el cinco mil, con la peculiaridad de que tuvimos las semifinales y la final en dos días seguidos. En la semifinal, llegue tercero, dejándome ir, sin gastar y casi andando, batí mi record de España haciendo un marca muy decente. Pero, como ha sido la tónica habitual en este campeonato, tuvimos una fatalidad: a falta de seis vueltas para el final mi guía se lesionó. Llegamos sin forzar para que no se rompiese más de la cuenta. Una vez que lo valoraron los médicos, el diagnóstico cayó sobre nosotros como una jarra de agua fría, se había roto el gemelo y no podía correr la final.

Bueno, un lance más de infortunio que había que superar. Pronto se ofreció para llevarme en la final el bueno de Oriol. Es un tío magnífico, el guía de los hermanos Ávila. Muy rápido, pero demasiado bajo para mi. Sin embargo, en esta ocasión, esto no era un problema: gracias a él podía correr la final de un Mundial.

Esa mañana me levanté peor que ninguna, el sudor frío de la noche me hizo estar muy destemplado y apenas podía respirar. Me vendaron el pie como todos los días, me pusieron unos algodones en la nariz con algo parecido a Vip Vaporup y ni por esas. Daba igual, yo estaba muy animado y disfrutando de mi final. Pronto salimos a calentar y a cada paso yo veía que ese día tendría que sufrir mucho para hacer un buen papel. Nada más salir a pista, en una de las pocas rectas que nos dejaron hacer, me llevé por delante al guía de Luis, el atleta mexicano y me torcí el tobillo que me quedaba sano. Grité de dolor y enseguida escuché a todos mis compañeros: “venga Ricardo, ánimo, con dos …” Con su ánimo y los de Oriol salimos a por todas y a hacer nuestra carrera con el objetivo de quedar por delante de los portugueses y hacer un quinto o sexto puesto.

El gran Oriol se marcó una carrera excelente y eso que nunca había hecho de guía de un corredor ciego. Yo iba pálido y sufriendo lo indescriptible, escuchaba en mi cogote la respiración casi agónica del portugués Ricardo Vale. ¡Qué forma de sufrir también!, él que tenía bien agarrada la gripe y el tío aguantó hasta el tres mil de forma agónica. Yo sabía que, con ese trancazo, no aguantaría a ritmo de tres veinte, a pesar de que ese chico es el Campeón de Europa y tiene una marca muchísimo mejor que la mía, pero lo que decía antes: no era su día. Al final, batí otra vez mi record de España, llegando a meta descuajeringado total.



Para mi ha sido un mundial fantástico en cuanto a las marcas realizadas, he mejorado muchísimo y de aquí a Londres creo que lo puedo mejorar mucho más. El mundial me ha servido para conocer como están mis rivales, coger experiencia y aprender de ellos y también para saber que si ellos pueden correr así, yo también puedo. Hay que reconocer que la gente esta muy fuerte, corren como galgos, es increíble que los ciegos puedan correr así. Me han impresionado el gran corredor brasileño Odair, el chileno, el mexicano y, bueno los keniatas y sudafricanos que ya sabemos como son.

Ahora quiero correr desde otro punto de vista, al máximo nivel, competir mucho más pues es algo que apenas hago y es absolutamente necesario para pillar ritmo y experiencia. Mis rivales corren muchísimo y es que no paran de competir, aparte de que algunos son de otro planeta.

Yo me veo en maratón y creo que puedo hacer un buen diez mil preparándome para ello.

Londres será muy difícil después de lo visto en Christchurch, pero confío en mí y sé lo que puedo dar en el máximo sufrimiento.

En este momento tengo a los dos guías lesionados, pero yo no voy a parar y voy a preparar maratón aunque sea en una cinta de correr, luego ya veremos quien me lleva.

Quiero dar las gracias a mi club por todo lo que me apoya, es increíble la sensibilidad que tienen con el deporte paralímpico y hoy por hoy son los responsables directos de que yo pueda cumplir mi sueño.