domingo, 6 de febrero de 2011

Mundial de Nueva Zelanda (IV) - Danza Maorí

Por fin llega la ceremonia de inauguración. Más de mil atletas desfilando por el centro de Christchurch. Poco a poco, los voluntarios nos van colocando por países, unos junto a otros formando un gran círculo y en el centro nos obsequian con una danza maorí. Es la danza que usan los Old Black, jugadores de rugby, para amedrentar a sus rivales. Me choca con que respeto los neozelandeses atienden al pueblo maorí, es su cultura y, entre otras cosas, respetan muchísimo a sus mayores.

Durante toda mi estancia he sido tratado siempre con una educación exquisita: la gente siempre con una sonrisa en la cara, el tono de sus voces suave y delicado. Da gusto entrar a una tienda o una cafetería y recordar que nuestros padres no se equivocaron al enseñarnos buenos modales y a tratar a los demás con respeto y educación. Es curioso, pero te das cuenta de esto cuando compruebas a tu vuelta que aquí las cosas no son así. Mínimamente respetamos a nuestros mayores, a los niños les consentimos casi todo y no les privamos de nada, muchas veces vamos acelerados sin saber siquiera a donde, es un caos que vemos normal y ahí está el error. Bueno, no quisiera ponerme transcendental, es solo que cuando una sociedad tiene los valores claros la tranquilidad fluye de ella misma y se retroalimenta haciendo que el proceso se repita de forma automática y todo vaya bien. Así son los neozelandeses, al menos la gran mayoría.

En las tiendas, cafeterías y en todo tipo de establecimientos, se puede pagar con tarjeta de crédito, aunque sea un solo café o una fantástica galleta tipo cookie de un dólar. Esto agiliza las compras y no hay que llevar dinero líquido, algo que allí es habitual.

Es una tierra de agricultores. Tienen mucha fruta y verdura, buena carne y buenos corderos. Conocida es la lana de estos parajes, de mucha calidad. La isla está rodeada de grandes bosques y uno de ellos es el famoso bosque donde se rodó “El Señor de los Anillos”. Sus playas, al menos las que yo vi, no están mal pero sus aguas son bastante frías. Ballenas, mantas, rayas y algún que otro tiburón rondan sus proximidades. El sol, cuando sale, te quema y hay que darse mucha protección, no olvidemos que el agujero de la capa de ozono está justo en esa latitud.

En el país se conduce por la izquierda, como en Inglaterra. Impresiona bastante cuando ves que el autobús toma la glorieta justo en el sentido contrario al nuestro y parece que nos fuésemos a chocar de frente con otro vehículo. Otra curiosidad es que cuando tiras de la cadena en el baño el agua gira justo al contrario de las agujas del reloj. Lo mismo pasa en las carreras de caballos, van justo al revés que aquí.

La comida típica es la del pueblo maorí: especiada y a base de verduras, pollo y cordero. Muy rica y sabrosa. Una noche, tuvimos la suerte de ir a cenar al jardín botánico, donde hay un fantástico restaurante dirigido por un español que nos atendió magníficamente y nos dio de sus mejores viandas: choricito, que hace el mismo, rabas de calamar y otros entrantes, que a tanta distancia de la madre patria, saben mejor que nunca. Los segundos platos, a cual más rico y los postres espectaculares. El precio nada mal y el marco impresionante. Ni que decir tiene que la compañía de la mesa fue una autentica delicia: Santi Sanz, el gran David Casinos y su mujer, Isa, Javi, Jessica y otros muchos, que hicimos de la velada un momento de relax en medio de la competición.