viernes, 4 de febrero de 2011

Mundial de Nueva Zelanda (II) - Salimos a correr

Poco después de habernos instalado en el hotel, salimos a correr 15 minutos de trote muy suave para soltar las piernas después de haber pasado tantas horas sentados en el avión. Las piernas están hinchadas y hay que tener muchísimo cuidado, aún así es muy positivo hacer ese trote. La ciudad invita a correr, totalmente llana y rodeada de hermosos parques con ríos que los atraviesan con su cauce tranquilo, aguas cristalinas procedentes de las montañas  y del monte Cook, de una altura parecida a nuestro Teide. Las grandes llanuras hasta llegar a Christchurch, dejan al río navegable y en el se pueden ver góndolas de tipo venecianas, pero a motor. El parque por el que corremos está repleto de árboles de muy diversas especies y la flora y  las aves envuelven el paseo del caminante de tal manera que a uno le parece estar  en consonancia con la naturaleza y entrar en un espacio casi paradisiaco donde la vida toma ese color tan particular que posee, es una luz que ilumina todo y hace que nuestra oscuridad se quede al pie de la entrada a estos jardines. Todo ese estrés y preocupaciones  que nos rodean y nos vuelven de color grisáceo quedan atrás. Es como pasar de una película en blanco y negro  a otra en color. Todo está verde y muy cuidado. Gansos, patos y las otras especies típicas del lugar salen a nuestro paso y en alguna ocasión se nos cruzan en los innumerables puentecillos que vamos cruzando. Aquí llueve casi todos los días un poquito y de ahí la exuberancia de la naturaleza.

Trotamos por una especie de gravilla que amortigua bastante nuestra pisada, algo que se agradece bastante. Pero nada más salir del parque, y tras la borrachera para mis sentidos, la fatalidad hace que al pasar por las cuatro escaleras que hay en toda la ciudad me tuerza el pie, que ya traía muy tocado, y se me reproduzca un esguince que me ha fastidiado durante todo el campeonato. Pero, afortunadamente, iba preparado para vencer cualquier obstáculo que se presentase, la cabeza estaba fuerte y tenía medios para paliar mis dolores con los excelentes profesionales de nuestro servicio médico: Amaya, Bego, Isa y nuestro paisano Kiko  son unos fenómenos. 

Un poquito de tratamiento, unos vendajes y a seguir.