¿Qué te empuja? ¿Qué hace que te dejes la vida en cada entrenamiento? ¿Qué proceso mental hace que cuando estás al borde de la extenuación tu cuerpo siga soportando el sufrimiento y encima se crezca ante el esfuerzo?
Es, sin lugar a duda, la MOTIVACIÓN, el proceso por el cual la mente es capaz de reorganizar tu sistema y parar las alertas que indican que hay que parar, que la tensión sube, que la deshidratación está aumentando, el lactato está por las nubes y estamos casi ante el colapso.
Si estas realmente motivado y haces que ese proceso se mantenga, darás el cien por cien de tu capacidad. Esta cualidad que tiene el ser humano es algo que hay que trabajar, no vale con que estés motivado el día de la prueba, es un proceso que hay que cultivar a diario y para ello se ha de poner empeño y sacrificio. Hay que rodearse siempre de un ambiente positivo, intentar evitar situaciones negativas y rodearse de amigos, familia y compañeros de entreno que aporten ganas de vivir, de reír, de sentirse parte de ellos y a la vez ellos parte de ti. Piensa que el deporte que practicas es algo más que un rodaje por el campo, en nuestro caso, es una profesión dónde cada vez hay más gente con calidad y que se prepara a conciencia para intentar superarte. Cualquier cosa puede desestabilizarte y si no cuidas todos los detalles es muy seguro que no llegarás a dar ese cien por cien tan necesario para cumplir tu objetivo.
Las series, los rodajes kilométricos, los entrenamientos de fuerza, la alimentación y el descanso, entre otras muchas cosas, no son suficientes para obtener el rendimiento óptimo si no cuidamos este importante aspecto que es la motivación. Recuerda que es el proceso que mueve todos los demás.
Así pues, vuelve a tus raíces y busca en tu Interior. Recupera sensaciones. Acuérdate porqué te metiste en este mundo y hasta dónde quieres llegar, o si ya has llegado, piensa qué te motiva a seguir y mantenerte en lo más alto.
En mi caso, he vuelto a recordar sensaciones, aquellas sensaciones de mi primer Campeonato de Europa, la ilusión de entrenar y dejarme el alma en cada entreno, la de compartir mi sufrimiento con mi guía, la de la alegría de realizar buenos entrenos y ver que el que va a tu lado siente lo mismo que tú.
He vuelto a mis principios, a la ilusión de toda mi vida, al sueño de intentar convertirme en un gran maratoniano. Esto para mi es lo más grande, este intento de alcanzarlo ya me enriquece y me da fuerzas para seguir luchando. Me encanta entrenar largo, hacer series interminables y rodajes a ritmo vivo. Con estos entrenos llega un momento en el que cuerpo y mente no sólo son uno, si no tres. Aparece tu yo, tu interior se muestra para ti y es algo realmente espectacular, es una sensación de paz y tranquilidad que encuentras para tu disfrute y tu conocimiento. Es cuando pones el piloto automático y te dejas llevar por sensaciones que sólo encontrarás en ese preciso momento. A partir de ahí, sólo hay que dejarse ir y esperar a que la realidad nos devuelva a nuestro estado normal y entonces repetir el proceso para intentar volver a ese espacio-tiempo tan particular.
Después de entrenar así llega una sensación que te invade y te reconforta de tal forma que te deja nuevo y preparado para la próxima.
Quizá te parezca exagerado, o no, pero es lo que yo veo, lo que siento y por lo que lucho. Es mi manera de ver los 42 kilómetros 195 metros y todo lo que llevan intrínseco.
Quizá tu sientas lo mismo, ¿no?
lunes, 14 de marzo de 2011
viernes, 25 de febrero de 2011
Mi equipo
Es agradable levantarte cada mañana y saber que no estas solo en tu reto. Yo tengo la suerte de tener un gran equipo de apoyo en todos los aspectos que os podáis imaginar. No sé por donde comentar porque todos son importantes, desde el primero hasta el último.
Os hablaré de mi entrenador, David Rodríguez García, con sus entrenamientos a cual más sorprendente. No hay ninguno igual, la gran variedad de entrenos hace que mi cuerpo tenga que responder cada día de una forma distinta y así se va preparando para cualquier inclemencia que surja en carrera. Son muchos los entrenamientos en los que pienso cargármelo, pero al final acabo disfrutando. Él sabe cómo y cuándo darme mi momento de respiro y siempre estamos en comunicación.
Mi guía de siempre, Juan Antonio Araujo. ¡Pedazo de chico! Corazón y pundonor son dos de sus grandes cualidades. Es una persona de esas que cuando aparecen en tu vida es para siempre. Lleva practicando atletismo toda la vida y luchando contra las lesiones que le limitan bastante, pero amigos, ahí sigue, impertérrito ante las circunstancias y con la ilusión puesta en cumplir con nuestro sueño: las Paralimpiadas de Londres.
Ahora la gran noticia: mi nuevo guía. Siempre le he considerado, tanto a él como a su hermano, algo más que un atleta dentro de este mundillo. Son de esas personas que están hechas de una pasta especial. Se trata de Fernando Rey. ¡Qué os voy a contar que no sepáis de él! Campeón de España de 10.000, internacional en multitud de ocasiones, poco más de una hora y dos en media maratón y unos registros en diez y cinco que son para andarse con cuidado… Ahora él esta acabando un master y aprovechando esta circunstancia, en la que deja de competir al máximo nivel, le propusimos la idea de ayudarme en este reto y aceptó sin pestañear, encantado y con la ilusión que le caracteriza. Tanto Julio como él son gente de gran corazón, siempre con la sonrisa y la humildad por delante. En fin, que estoy muy contento de entrenar con él y parece que vuelvo a ilusionarme y a tener ganas de hacer kilómetros. Tengo que cambiar el chip para meterme en el fantástico mundo del Maratón y, además, con este fuera de serie. Ya hemos rodado y metido algún entreno y la verdad es que la altura no parece ser un hándicap para correr. He disfrutado mucho con los tres entrenamientos que llevamos y parece que la cosa va bien.
También está en mi equipo Javi Núñez, otro gran atleta que además es médico deportivo, y de los buenos. Él sabe siempre de mi evolución y ya me ha librado de alguna lesión de esas que fastidian en los peores momentos. En cuanto tengo algún problema, rápidamente localiza la lesión y nos ponemos a trabajar sobre ella. Es como tener preferencia en el taller cuando se te rompe el coche, todo un privilegio.
Por último, y no menos importante, mi club: el Club Paralímpico de Castilla-La Mancha. Yolanda, Romera, Juanfran, Carlos y Juan son los responsables de este gran club y quiero nombrarlos a todos pues son imprescindibles para todos los que formamos parte del equipo. Mi club es más que una institución, son personas de gran sensibilidad con nuestro deporte y se vuelcan todo lo que pueden para ayudarnos. Enhorabuena por vuestro trabajo y muchísimas gracias por todo lo que hacéis por nosotros.
Os hablaré de mi entrenador, David Rodríguez García, con sus entrenamientos a cual más sorprendente. No hay ninguno igual, la gran variedad de entrenos hace que mi cuerpo tenga que responder cada día de una forma distinta y así se va preparando para cualquier inclemencia que surja en carrera. Son muchos los entrenamientos en los que pienso cargármelo, pero al final acabo disfrutando. Él sabe cómo y cuándo darme mi momento de respiro y siempre estamos en comunicación.
Mi guía de siempre, Juan Antonio Araujo. ¡Pedazo de chico! Corazón y pundonor son dos de sus grandes cualidades. Es una persona de esas que cuando aparecen en tu vida es para siempre. Lleva practicando atletismo toda la vida y luchando contra las lesiones que le limitan bastante, pero amigos, ahí sigue, impertérrito ante las circunstancias y con la ilusión puesta en cumplir con nuestro sueño: las Paralimpiadas de Londres.
Ahora la gran noticia: mi nuevo guía. Siempre le he considerado, tanto a él como a su hermano, algo más que un atleta dentro de este mundillo. Son de esas personas que están hechas de una pasta especial. Se trata de Fernando Rey. ¡Qué os voy a contar que no sepáis de él! Campeón de España de 10.000, internacional en multitud de ocasiones, poco más de una hora y dos en media maratón y unos registros en diez y cinco que son para andarse con cuidado… Ahora él esta acabando un master y aprovechando esta circunstancia, en la que deja de competir al máximo nivel, le propusimos la idea de ayudarme en este reto y aceptó sin pestañear, encantado y con la ilusión que le caracteriza. Tanto Julio como él son gente de gran corazón, siempre con la sonrisa y la humildad por delante. En fin, que estoy muy contento de entrenar con él y parece que vuelvo a ilusionarme y a tener ganas de hacer kilómetros. Tengo que cambiar el chip para meterme en el fantástico mundo del Maratón y, además, con este fuera de serie. Ya hemos rodado y metido algún entreno y la verdad es que la altura no parece ser un hándicap para correr. He disfrutado mucho con los tres entrenamientos que llevamos y parece que la cosa va bien.
También está en mi equipo Javi Núñez, otro gran atleta que además es médico deportivo, y de los buenos. Él sabe siempre de mi evolución y ya me ha librado de alguna lesión de esas que fastidian en los peores momentos. En cuanto tengo algún problema, rápidamente localiza la lesión y nos ponemos a trabajar sobre ella. Es como tener preferencia en el taller cuando se te rompe el coche, todo un privilegio.
Por último, y no menos importante, mi club: el Club Paralímpico de Castilla-La Mancha. Yolanda, Romera, Juanfran, Carlos y Juan son los responsables de este gran club y quiero nombrarlos a todos pues son imprescindibles para todos los que formamos parte del equipo. Mi club es más que una institución, son personas de gran sensibilidad con nuestro deporte y se vuelcan todo lo que pueden para ayudarnos. Enhorabuena por vuestro trabajo y muchísimas gracias por todo lo que hacéis por nosotros.
jueves, 17 de febrero de 2011
La figura del guía de atletismo
Para ser guía de un atleta ciego no basta con tener calidad suficiente como para poder llevarle, existen otros muchos factores que hay que tener en cuenta y que, a la larga, son los que hacen posible que las cosas funcionen.
Cada vez hay más atletas de élite que se ofrecen para tan bonita labor y eso es de agradecer por nuestra parte. En el reciente Campeonato del Mundo, celebrado en Christchurch, se ha podido constatar que los atletas ciegos corren muchísimo y son capaces de realizar registros de gran consideración, por eso es muy necesario que haya atletas de alto nivel que se presten a hacer de guías. Si un corredor ciego es capaz de marcarse un registro de quince poco en el 5.000 y de treinta y dos en el 10.000 ¡imaginaos como tiene que ser el atleta que lo lleva! Si el ciego va a tres pelao, su guía tiene que ser capaz de ir a dos cincuenta para tener un margen suficiente.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que la relación entre guía y atleta no sólo consiste en correr, hay que convivir, es decir, el guía nos tiene que ayudar a elegir la comida, acompañarnos al servicio, recogernos en casa para ir a la pista y echarnos una mano en cualquier cosa no podamos hacer por nosotros mismos. Es cierto que en muchas tareas somos autosuficientes, pero aún no somos supermanes… Además, si no te Llena compartir sufrimientos, alegrías, entrenamientos agónicos y rodajes interminables codo con codo, no es posible.
Esto es atletismo del más alto nivel. Nosotros lo damos todo, como en la élite, nos cuidamos igual, entrenamos al límite de nuestras posibilidades y, al fin y al cabo, el esfuerzo es el mismo aunque los ritmos, lógicamente, no sean igual.
En mi opinión, la cualidad más importante que debe mover a un guía es el ALTRUISMO, si no te mueve ese sentimiento no será posible la comunión entre ambos. Afortunadamente poco a poco las cosas han cambiado y ya existen becas para que los guías tengan una motivación extra para ayudarnos, porque el tiempo que nos dedican es importante y se lo tienen que quitar a sus familias o amigos. Algunos tienen la suerte de poder dedicarse exclusivamente a esto y hacer de ello su trabajo, pero son los menos.
Considero que para que todo el engranaje funcione a la perfección, al guía le debe mover el altruismo, sentir por el atletismo el máximo respeto y haber hecho de él y de sus valores los suyos propios, que le guste compartir el éxito y el fracaso de un amigo, que se emocione cuando él se emocione, porque es gracias a él y a su gesto por lo que se consiguen los éxitos. Un consejo, muy personal, para alguien que se plantee ser guía: hazte amigo del atleta, comparte abrazos, sudor y lágrimas y la recompensa será infinita para ambos.
Tengo grabado en mi recuerdo el gran momento que viví en la cámara de llamadas junto a Oriol, ese chico, ese gran atleta, que de un día para otro se ofreció a llevarme en la final de 5.000 del campeonato del mundo, ante la lesión repentina de mi guía. BUEN CORAZÓN EL DE ESTE MUCHACHO. ESTO ES DE LO QUE OS HABLO. Cuando estábamos esperando para correr la final vimos como el gran Odair y su guía cantaban una especie de samba brasileña, cogiéndose hombro con hombro y entonando esa bella melodía, calmada y realmente plena de felicidad. ¡Impresionante! Grandes amigos, grandes atletas.
Otro día contaré más anécdotas de este tipo que tengo la suerte de vivir con los que comparten esto conmigo.
Cada vez hay más atletas de élite que se ofrecen para tan bonita labor y eso es de agradecer por nuestra parte. En el reciente Campeonato del Mundo, celebrado en Christchurch, se ha podido constatar que los atletas ciegos corren muchísimo y son capaces de realizar registros de gran consideración, por eso es muy necesario que haya atletas de alto nivel que se presten a hacer de guías. Si un corredor ciego es capaz de marcarse un registro de quince poco en el 5.000 y de treinta y dos en el 10.000 ¡imaginaos como tiene que ser el atleta que lo lleva! Si el ciego va a tres pelao, su guía tiene que ser capaz de ir a dos cincuenta para tener un margen suficiente.
Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que la relación entre guía y atleta no sólo consiste en correr, hay que convivir, es decir, el guía nos tiene que ayudar a elegir la comida, acompañarnos al servicio, recogernos en casa para ir a la pista y echarnos una mano en cualquier cosa no podamos hacer por nosotros mismos. Es cierto que en muchas tareas somos autosuficientes, pero aún no somos supermanes… Además, si no te Llena compartir sufrimientos, alegrías, entrenamientos agónicos y rodajes interminables codo con codo, no es posible.
Esto es atletismo del más alto nivel. Nosotros lo damos todo, como en la élite, nos cuidamos igual, entrenamos al límite de nuestras posibilidades y, al fin y al cabo, el esfuerzo es el mismo aunque los ritmos, lógicamente, no sean igual.
En mi opinión, la cualidad más importante que debe mover a un guía es el ALTRUISMO, si no te mueve ese sentimiento no será posible la comunión entre ambos. Afortunadamente poco a poco las cosas han cambiado y ya existen becas para que los guías tengan una motivación extra para ayudarnos, porque el tiempo que nos dedican es importante y se lo tienen que quitar a sus familias o amigos. Algunos tienen la suerte de poder dedicarse exclusivamente a esto y hacer de ello su trabajo, pero son los menos.
Considero que para que todo el engranaje funcione a la perfección, al guía le debe mover el altruismo, sentir por el atletismo el máximo respeto y haber hecho de él y de sus valores los suyos propios, que le guste compartir el éxito y el fracaso de un amigo, que se emocione cuando él se emocione, porque es gracias a él y a su gesto por lo que se consiguen los éxitos. Un consejo, muy personal, para alguien que se plantee ser guía: hazte amigo del atleta, comparte abrazos, sudor y lágrimas y la recompensa será infinita para ambos.
Tengo grabado en mi recuerdo el gran momento que viví en la cámara de llamadas junto a Oriol, ese chico, ese gran atleta, que de un día para otro se ofreció a llevarme en la final de 5.000 del campeonato del mundo, ante la lesión repentina de mi guía. BUEN CORAZÓN EL DE ESTE MUCHACHO. ESTO ES DE LO QUE OS HABLO. Cuando estábamos esperando para correr la final vimos como el gran Odair y su guía cantaban una especie de samba brasileña, cogiéndose hombro con hombro y entonando esa bella melodía, calmada y realmente plena de felicidad. ¡Impresionante! Grandes amigos, grandes atletas.
Otro día contaré más anécdotas de este tipo que tengo la suerte de vivir con los que comparten esto conmigo.
lunes, 7 de febrero de 2011
Mundial de Nueva Zelanda (V) - Competición, el resultado de tu trabajo
Teníamos un amigo poco agradable entre nosotros, la gripe. Poco a poco se fue apoderando de algunos de nosotros, añadiendo un peldaño más que superar en nuestra competición. En mi caso, ya me daba igual cualquier cosa, llevaba mucho tiempo “entrenando” mi cabeza para cualquier contratiempo que se presentase a última hora. Fastidia mucho porque baja tu rendimiento, pero lo mismo les pasa a tus rivales, al fin y al cabo todos vamos igual. Alternando las sudadas típicas en la cama y los dolores de cabeza y de ojos, fuimos pasando los días de la mejor manera posible, bebiendo mucha agua y a base de paracetamol.
Yo tenía claro que las medallas estaban muy difíciles, pero ese día nunca se sabe…. Mi intención, como siempre, era reflejar el trabajo que había hecho en los entrenamientos e intentar superarme en cada prueba. Mi primera carrera en este Mundial fue el diez mil, el primero de la temporada y dónde más opciones tenía de estar arriba. Salíamos sin miedo y con la intención de superar a mis amigos europeos y hacer la mejor marca posible. Me encontré muy bien durante toda la carrera y conseguí un registro excelente, conseguí mi mejor marca y rebajé el record de España en casi dos minutos. Esto es genial, pero como siempre te queda algo de pesadumbre. En mi caso, se llamaba Wada, el atleta japonés que llegó delante de mí. Le oí cambiar desde lejos, tenía un correr extraño, con un fuerte zapateo, parecía que iba mal, pero no, era su forma de correr. Como yo me encontraba fuerte quise tirar detrás de él, pero no pudo ser. Al final, un quinto puesto que no está mal y por detrás Andrea Cionna y los portugueses. ¡Qué grande es Andrea y qué clase tiene! Consiguió recuperarse del tropiezo con mi guía y casi nos pilla. El último día de competición, se proclamó subcampeón del mundo de maratón en este Mundial.
Mi otra prueba fue el cinco mil, con la peculiaridad de que tuvimos las semifinales y la final en dos días seguidos. En la semifinal, llegue tercero, dejándome ir, sin gastar y casi andando, batí mi record de España haciendo un marca muy decente. Pero, como ha sido la tónica habitual en este campeonato, tuvimos una fatalidad: a falta de seis vueltas para el final mi guía se lesionó. Llegamos sin forzar para que no se rompiese más de la cuenta. Una vez que lo valoraron los médicos, el diagnóstico cayó sobre nosotros como una jarra de agua fría, se había roto el gemelo y no podía correr la final.
Bueno, un lance más de infortunio que había que superar. Pronto se ofreció para llevarme en la final el bueno de Oriol. Es un tío magnífico, el guía de los hermanos Ávila. Muy rápido, pero demasiado bajo para mi. Sin embargo, en esta ocasión, esto no era un problema: gracias a él podía correr la final de un Mundial.
Esa mañana me levanté peor que ninguna, el sudor frío de la noche me hizo estar muy destemplado y apenas podía respirar. Me vendaron el pie como todos los días, me pusieron unos algodones en la nariz con algo parecido a Vip Vaporup y ni por esas. Daba igual, yo estaba muy animado y disfrutando de mi final. Pronto salimos a calentar y a cada paso yo veía que ese día tendría que sufrir mucho para hacer un buen papel. Nada más salir a pista, en una de las pocas rectas que nos dejaron hacer, me llevé por delante al guía de Luis, el atleta mexicano y me torcí el tobillo que me quedaba sano. Grité de dolor y enseguida escuché a todos mis compañeros: “venga Ricardo, ánimo, con dos …” Con su ánimo y los de Oriol salimos a por todas y a hacer nuestra carrera con el objetivo de quedar por delante de los portugueses y hacer un quinto o sexto puesto.
El gran Oriol se marcó una carrera excelente y eso que nunca había hecho de guía de un corredor ciego. Yo iba pálido y sufriendo lo indescriptible, escuchaba en mi cogote la respiración casi agónica del portugués Ricardo Vale. ¡Qué forma de sufrir también!, él que tenía bien agarrada la gripe y el tío aguantó hasta el tres mil de forma agónica. Yo sabía que, con ese trancazo, no aguantaría a ritmo de tres veinte, a pesar de que ese chico es el Campeón de Europa y tiene una marca muchísimo mejor que la mía, pero lo que decía antes: no era su día. Al final, batí otra vez mi record de España, llegando a meta descuajeringado total.
Para mi ha sido un mundial fantástico en cuanto a las marcas realizadas, he mejorado muchísimo y de aquí a Londres creo que lo puedo mejorar mucho más. El mundial me ha servido para conocer como están mis rivales, coger experiencia y aprender de ellos y también para saber que si ellos pueden correr así, yo también puedo. Hay que reconocer que la gente esta muy fuerte, corren como galgos, es increíble que los ciegos puedan correr así. Me han impresionado el gran corredor brasileño Odair, el chileno, el mexicano y, bueno los keniatas y sudafricanos que ya sabemos como son.
Ahora quiero correr desde otro punto de vista, al máximo nivel, competir mucho más pues es algo que apenas hago y es absolutamente necesario para pillar ritmo y experiencia. Mis rivales corren muchísimo y es que no paran de competir, aparte de que algunos son de otro planeta.
Yo me veo en maratón y creo que puedo hacer un buen diez mil preparándome para ello.
Londres será muy difícil después de lo visto en Christchurch, pero confío en mí y sé lo que puedo dar en el máximo sufrimiento.
En este momento tengo a los dos guías lesionados, pero yo no voy a parar y voy a preparar maratón aunque sea en una cinta de correr, luego ya veremos quien me lleva.
Quiero dar las gracias a mi club por todo lo que me apoya, es increíble la sensibilidad que tienen con el deporte paralímpico y hoy por hoy son los responsables directos de que yo pueda cumplir mi sueño.
Yo tenía claro que las medallas estaban muy difíciles, pero ese día nunca se sabe…. Mi intención, como siempre, era reflejar el trabajo que había hecho en los entrenamientos e intentar superarme en cada prueba. Mi primera carrera en este Mundial fue el diez mil, el primero de la temporada y dónde más opciones tenía de estar arriba. Salíamos sin miedo y con la intención de superar a mis amigos europeos y hacer la mejor marca posible. Me encontré muy bien durante toda la carrera y conseguí un registro excelente, conseguí mi mejor marca y rebajé el record de España en casi dos minutos. Esto es genial, pero como siempre te queda algo de pesadumbre. En mi caso, se llamaba Wada, el atleta japonés que llegó delante de mí. Le oí cambiar desde lejos, tenía un correr extraño, con un fuerte zapateo, parecía que iba mal, pero no, era su forma de correr. Como yo me encontraba fuerte quise tirar detrás de él, pero no pudo ser. Al final, un quinto puesto que no está mal y por detrás Andrea Cionna y los portugueses. ¡Qué grande es Andrea y qué clase tiene! Consiguió recuperarse del tropiezo con mi guía y casi nos pilla. El último día de competición, se proclamó subcampeón del mundo de maratón en este Mundial.
Mi otra prueba fue el cinco mil, con la peculiaridad de que tuvimos las semifinales y la final en dos días seguidos. En la semifinal, llegue tercero, dejándome ir, sin gastar y casi andando, batí mi record de España haciendo un marca muy decente. Pero, como ha sido la tónica habitual en este campeonato, tuvimos una fatalidad: a falta de seis vueltas para el final mi guía se lesionó. Llegamos sin forzar para que no se rompiese más de la cuenta. Una vez que lo valoraron los médicos, el diagnóstico cayó sobre nosotros como una jarra de agua fría, se había roto el gemelo y no podía correr la final.
Bueno, un lance más de infortunio que había que superar. Pronto se ofreció para llevarme en la final el bueno de Oriol. Es un tío magnífico, el guía de los hermanos Ávila. Muy rápido, pero demasiado bajo para mi. Sin embargo, en esta ocasión, esto no era un problema: gracias a él podía correr la final de un Mundial.
Esa mañana me levanté peor que ninguna, el sudor frío de la noche me hizo estar muy destemplado y apenas podía respirar. Me vendaron el pie como todos los días, me pusieron unos algodones en la nariz con algo parecido a Vip Vaporup y ni por esas. Daba igual, yo estaba muy animado y disfrutando de mi final. Pronto salimos a calentar y a cada paso yo veía que ese día tendría que sufrir mucho para hacer un buen papel. Nada más salir a pista, en una de las pocas rectas que nos dejaron hacer, me llevé por delante al guía de Luis, el atleta mexicano y me torcí el tobillo que me quedaba sano. Grité de dolor y enseguida escuché a todos mis compañeros: “venga Ricardo, ánimo, con dos …” Con su ánimo y los de Oriol salimos a por todas y a hacer nuestra carrera con el objetivo de quedar por delante de los portugueses y hacer un quinto o sexto puesto.
El gran Oriol se marcó una carrera excelente y eso que nunca había hecho de guía de un corredor ciego. Yo iba pálido y sufriendo lo indescriptible, escuchaba en mi cogote la respiración casi agónica del portugués Ricardo Vale. ¡Qué forma de sufrir también!, él que tenía bien agarrada la gripe y el tío aguantó hasta el tres mil de forma agónica. Yo sabía que, con ese trancazo, no aguantaría a ritmo de tres veinte, a pesar de que ese chico es el Campeón de Europa y tiene una marca muchísimo mejor que la mía, pero lo que decía antes: no era su día. Al final, batí otra vez mi record de España, llegando a meta descuajeringado total.
Para mi ha sido un mundial fantástico en cuanto a las marcas realizadas, he mejorado muchísimo y de aquí a Londres creo que lo puedo mejorar mucho más. El mundial me ha servido para conocer como están mis rivales, coger experiencia y aprender de ellos y también para saber que si ellos pueden correr así, yo también puedo. Hay que reconocer que la gente esta muy fuerte, corren como galgos, es increíble que los ciegos puedan correr así. Me han impresionado el gran corredor brasileño Odair, el chileno, el mexicano y, bueno los keniatas y sudafricanos que ya sabemos como son.
Ahora quiero correr desde otro punto de vista, al máximo nivel, competir mucho más pues es algo que apenas hago y es absolutamente necesario para pillar ritmo y experiencia. Mis rivales corren muchísimo y es que no paran de competir, aparte de que algunos son de otro planeta.
Yo me veo en maratón y creo que puedo hacer un buen diez mil preparándome para ello.
Londres será muy difícil después de lo visto en Christchurch, pero confío en mí y sé lo que puedo dar en el máximo sufrimiento.
En este momento tengo a los dos guías lesionados, pero yo no voy a parar y voy a preparar maratón aunque sea en una cinta de correr, luego ya veremos quien me lleva.
Quiero dar las gracias a mi club por todo lo que me apoya, es increíble la sensibilidad que tienen con el deporte paralímpico y hoy por hoy son los responsables directos de que yo pueda cumplir mi sueño.
domingo, 6 de febrero de 2011
Mundial de Nueva Zelanda (IV) - Danza Maorí
Por fin llega la ceremonia de inauguración. Más de mil atletas desfilando por el centro de Christchurch. Poco a poco, los voluntarios nos van colocando por países, unos junto a otros formando un gran círculo y en el centro nos obsequian con una danza maorí. Es la danza que usan los Old Black, jugadores de rugby, para amedrentar a sus rivales. Me choca con que respeto los neozelandeses atienden al pueblo maorí, es su cultura y, entre otras cosas, respetan muchísimo a sus mayores.
Durante toda mi estancia he sido tratado siempre con una educación exquisita: la gente siempre con una sonrisa en la cara, el tono de sus voces suave y delicado. Da gusto entrar a una tienda o una cafetería y recordar que nuestros padres no se equivocaron al enseñarnos buenos modales y a tratar a los demás con respeto y educación. Es curioso, pero te das cuenta de esto cuando compruebas a tu vuelta que aquí las cosas no son así. Mínimamente respetamos a nuestros mayores, a los niños les consentimos casi todo y no les privamos de nada, muchas veces vamos acelerados sin saber siquiera a donde, es un caos que vemos normal y ahí está el error. Bueno, no quisiera ponerme transcendental, es solo que cuando una sociedad tiene los valores claros la tranquilidad fluye de ella misma y se retroalimenta haciendo que el proceso se repita de forma automática y todo vaya bien. Así son los neozelandeses, al menos la gran mayoría.
En las tiendas, cafeterías y en todo tipo de establecimientos, se puede pagar con tarjeta de crédito, aunque sea un solo café o una fantástica galleta tipo cookie de un dólar. Esto agiliza las compras y no hay que llevar dinero líquido, algo que allí es habitual.
Es una tierra de agricultores. Tienen mucha fruta y verdura, buena carne y buenos corderos. Conocida es la lana de estos parajes, de mucha calidad. La isla está rodeada de grandes bosques y uno de ellos es el famoso bosque donde se rodó “El Señor de los Anillos”. Sus playas, al menos las que yo vi, no están mal pero sus aguas son bastante frías. Ballenas, mantas, rayas y algún que otro tiburón rondan sus proximidades. El sol, cuando sale, te quema y hay que darse mucha protección, no olvidemos que el agujero de la capa de ozono está justo en esa latitud.
En el país se conduce por la izquierda, como en Inglaterra. Impresiona bastante cuando ves que el autobús toma la glorieta justo en el sentido contrario al nuestro y parece que nos fuésemos a chocar de frente con otro vehículo. Otra curiosidad es que cuando tiras de la cadena en el baño el agua gira justo al contrario de las agujas del reloj. Lo mismo pasa en las carreras de caballos, van justo al revés que aquí.
La comida típica es la del pueblo maorí: especiada y a base de verduras, pollo y cordero. Muy rica y sabrosa. Una noche, tuvimos la suerte de ir a cenar al jardín botánico, donde hay un fantástico restaurante dirigido por un español que nos atendió magníficamente y nos dio de sus mejores viandas: choricito, que hace el mismo, rabas de calamar y otros entrantes, que a tanta distancia de la madre patria, saben mejor que nunca. Los segundos platos, a cual más rico y los postres espectaculares. El precio nada mal y el marco impresionante. Ni que decir tiene que la compañía de la mesa fue una autentica delicia: Santi Sanz, el gran David Casinos y su mujer, Isa, Javi, Jessica y otros muchos, que hicimos de la velada un momento de relax en medio de la competición.
Durante toda mi estancia he sido tratado siempre con una educación exquisita: la gente siempre con una sonrisa en la cara, el tono de sus voces suave y delicado. Da gusto entrar a una tienda o una cafetería y recordar que nuestros padres no se equivocaron al enseñarnos buenos modales y a tratar a los demás con respeto y educación. Es curioso, pero te das cuenta de esto cuando compruebas a tu vuelta que aquí las cosas no son así. Mínimamente respetamos a nuestros mayores, a los niños les consentimos casi todo y no les privamos de nada, muchas veces vamos acelerados sin saber siquiera a donde, es un caos que vemos normal y ahí está el error. Bueno, no quisiera ponerme transcendental, es solo que cuando una sociedad tiene los valores claros la tranquilidad fluye de ella misma y se retroalimenta haciendo que el proceso se repita de forma automática y todo vaya bien. Así son los neozelandeses, al menos la gran mayoría.
En las tiendas, cafeterías y en todo tipo de establecimientos, se puede pagar con tarjeta de crédito, aunque sea un solo café o una fantástica galleta tipo cookie de un dólar. Esto agiliza las compras y no hay que llevar dinero líquido, algo que allí es habitual.
Es una tierra de agricultores. Tienen mucha fruta y verdura, buena carne y buenos corderos. Conocida es la lana de estos parajes, de mucha calidad. La isla está rodeada de grandes bosques y uno de ellos es el famoso bosque donde se rodó “El Señor de los Anillos”. Sus playas, al menos las que yo vi, no están mal pero sus aguas son bastante frías. Ballenas, mantas, rayas y algún que otro tiburón rondan sus proximidades. El sol, cuando sale, te quema y hay que darse mucha protección, no olvidemos que el agujero de la capa de ozono está justo en esa latitud.
En el país se conduce por la izquierda, como en Inglaterra. Impresiona bastante cuando ves que el autobús toma la glorieta justo en el sentido contrario al nuestro y parece que nos fuésemos a chocar de frente con otro vehículo. Otra curiosidad es que cuando tiras de la cadena en el baño el agua gira justo al contrario de las agujas del reloj. Lo mismo pasa en las carreras de caballos, van justo al revés que aquí.
La comida típica es la del pueblo maorí: especiada y a base de verduras, pollo y cordero. Muy rica y sabrosa. Una noche, tuvimos la suerte de ir a cenar al jardín botánico, donde hay un fantástico restaurante dirigido por un español que nos atendió magníficamente y nos dio de sus mejores viandas: choricito, que hace el mismo, rabas de calamar y otros entrantes, que a tanta distancia de la madre patria, saben mejor que nunca. Los segundos platos, a cual más rico y los postres espectaculares. El precio nada mal y el marco impresionante. Ni que decir tiene que la compañía de la mesa fue una autentica delicia: Santi Sanz, el gran David Casinos y su mujer, Isa, Javi, Jessica y otros muchos, que hicimos de la velada un momento de relax en medio de la competición.
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