lunes, 12 de diciembre de 2011

¡Mañana corro!

Este fue mi último pensamiento antes de que el sueño hiciese presa en mí. Seguro que se dibujó una sonrisa en mi rostro y eso hizo que durmiese con la tranquilidad y el deseo de recibir al nuevo día con la ilusión con la que lo hacen los niños el Día de Reyes.

Después de muchos meses sin correr en el exterior, de repente, aparece mi buen amigo Juan Antonio y se ofrece para llevarme al Trofeo Akiles, en Madrid.

De nuevo la rutina de la competición. ¡Qué agradable sensación! Empezamos con la típica cena de pasta para que no nos falten hidratos y la acompañamos con una buena cervecita, para relajar tensiones, al tiempo que dejamos que el lúpulo nos vaya “despertando” las ganas de dormir. Como goloso soy un rato, algo de chocolate y una infusioncita para la digestión.

Cuando me quiero dar cuenta estoy con los preparativos de la mochila. La falta de costumbre hace que las cosas no salgan de forma automática y me lleve algo más de tiempo.

La noche lluviosa da paso a una mañana espectacular. Apenas hay niebla, no llueve y el intenso frío de los días anteriores parece que se ha apaciguado dejando una mañana ideal para correr. El viaje hasta Madrid transcurre entre bromas y los chistes de mi amigo que, aunque malos, nos sirven para ir tranquilos.

La Casa de Campo nos recibe con un chorreo incesante de corredores en busca de su dorsal, la acumulación de gente intentando recoger el dorsal supuso un retraso de treinta minutos. Y como no hay mal que por bien no venga, el retraso a nosotros nos vino bien para calentar algo más y charlar con algunos amigos que nos fuimos encontrando. Una amiga que nos acompañaba decidió correr la carrera de 5 km, mientras que nosotros corrimos la de 10km.

Me lo pasé bomba. Nada más empezar nos encontramos con el Cerro de Garabitas y sus cuestas que hicieron que las aglomeraciones de la salida dejaran paso a hileras de corredores luchando por llegar a la cima. Poco a poco fuimos avanzando entre frenazos inesperados, pues la gente al principio no se da cuenta de que soy ciego y se paran de repente o se cruzan sin mala intención. Al fin coronamos y el descenso es de armas tomar: muy resbaladizo para el tándem que formamos. Bajamos rápido, con precaución, pero sin soltar demasiado la zancada por si las moscas. Recuperamos bastante de lo perdido en la salida y tenemos la intención de correr más cuando el piso esté firme. A falta de 4 km se me desatan los cordones de la zapatilla izquierda y eso me impide correr más rápido en los últimos kilómetros, sobre todo en el último en el que lo suelo dar todo.

Aún así, disfruté muchísimo, corrimos bien y volví a compartir con mi amigo un montón de vivencias que siempre nos quedarán como un tesoro guardadas en el corazón. ¡Qué suerte tengo de estar rodeado de gente así!

martes, 15 de noviembre de 2011

Buen ciclo

Bueno, se acaba mi primer ciclo de entrenamiento para la preparación de los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. Paro unos días para retomar fuerzas y emprender de nuevo tan ardua tarea, además así permitiré recuperarse del todo a mi amigo Fernando. Me voy para Galicia donde podré disfrutar de su gastronomía y sus gentes, reponer fuerzas y llenarme el espíritu visitando al Santo Apóstol.

Ha sido un buen ciclo, entrenando desde mediados de julio y dándolo todo en la cinta de correr. Me ha servido, entre otras cosas, para adaptarme al medio fondo o al menos a la forma de entrenar la que será mi prueba en los Juegos, los 5.000 metros. He llegado a correr en tiempos muy aceptables para la marca que se me pide y eso me da esperanzas de poder seguir progresando. Puedo correr muy rápido y tengo ganas de poder demostrarlo en una pista, aunque lo importante es la ilusión y las ganas de seguir trabajando y esas no me faltan.

Tampoco podré rematar este año con la San Silvestre ni con el Campeonato Regional de Pista Cubierta. ¡Qué le vamos a hacer!

Haciendo una breve reflexión desde mi comienzo en el atletismo, solo se me ocurren pensamientos positivos. Ha sido todo muy rápido, pero la progresión ha ido en la misma línea y eso es bueno. Un Campeonato de Europa y un Mundial en menos de cuatro años, ¡es increíble lo que podemos conseguir si nos lo proponemos! Ahora a seguir trabajando, queda poco para el gran sueño y quiero que se convierta en realidad, aunque en parte ya lo es. Trabajo para ello a diario y como siempre digo, lo importante no son las medallas, que también, sino el trabajo y las vivencias que ganas en el camino para conseguirlas. Eso te enriquece como persona, te motiva y te hace ser cada vez más feliz contigo mismo y con los demás.

Construye tu futuro con tu esfuerzo y no esperes a que te lo construyan pues si lo haces será un futuro construido en el aire, sin cimientos y que al mínimo movimiento en contra se te vendrá encima y no encontrarás asideros donde agarrarte. Esto viene a colación de los tiempos que vivimos, en los que la crisis, no solo de los mercados, sino también de los valores está haciendo temblar nuestra sociedad.

viernes, 4 de noviembre de 2011

El balcón de mi deseo

Ayer abrí el balcón y, como cada día, me asomé a los campos desde mi rincón de los sueños. El cielo estaba gris, había llovido durante todo el día y la humedad entró por mis pulmones nada más abrir la puerta. Solo tenía que rodar 55 minutos, cincuenta y cinco minutos de placer me esperaban para soñar de nuevo. Elegí bien las canciones que me acompañarían en el rodaje, que se me antojaba especialmente interesante debido a la fantástica atmosfera que se había creado tras las lluvias. Apenas hacía viento, había una especie de calma chicha y la cantidad de aromas que se percibían desde los cercanos campos eran espectaculares. Mi otoño querido ya está aquí. Recuerdo los colores de esta estación como un regalo del cielo para que los mortales nos demos cuenta del increible planeta en que vivimos.

Me preparé y me subí en mi amiga, sí mi amiga, esa que me espera todos los días para hacerme disfrutar de mi profesión, la máquina de correr de la que tantas veces os he hablado en este blog.

La música elegida tenía tintes sentimentales y alegres. Cómo dirían los italianos: “piano ma non tropo”, es decir, “suave pero no demasiado”. Gracias a la tecnología, con mi Iphone, puedo cambiar en cualquier instante de canción según mis sensaciones. Desde aquí agradecer este magnífico invento al recientemente desaparecido Steve Jobs.

Los primeros veinte minutos me resultaron algo pesados y me hicieron recordar dos cosas: el masaje de descarga del día anterior y el fantástico almuerzo de unas horas antes, una de mis comidas preferidas, el cocidito madrileño. Espectacular, con su repollo y sus viandas hacen de este plato un auténtico placer para mis sentidos. Sabemos que esta comida es copiosa y no es de lo mejor para la carrera, pero ahora no es tiempo de afinar aún y hay que permitirse ciertos caprichos. Además, tengo que dejar algo para más adelante y así guardarme unos cuantos cartuchos más para quemar. Yo no tengo problemas de peso y la verdad es que me encuentro bastante fuerte, posiblemente por este tipo de legumbres que realzan el espíritu.

En definitiva, que ayer el disfrute fue total, el rodaje perfecto y las sensaciones a flor de piel.

Qué cerca y qué lejos está Londres. Hay que darlo todo y este año es para disfrutarlo, cada día cada serie, cada rodaje, cada competición. En definitiva, que cada vez que me ponga las zapatillas será para disfrutar, para sentirme atleta, para recordar mi sueño y sobre todo para vivirlo, que ya lo tengo aquí. Aunque ya no es un sueño, es una realidad, estoy luchando por estar ahí y eso es más de lo que nunca me hubiese imaginado.

Por último, hoy me gustaría tener un recuerdo especial para dos personas, grandes luchadores, aunque en distintos ámbitos. Uno es el gran ATLETA Abel Ávila, desgraciadamente su lesión le va a privar a él de estar en Londres y a nosotros de verlo peleando por las medallas. El otro recuerdo es para el “alma Mater” de mi anterior club, que lo deja, al igual que lo dejé yo, para emprender nuevos caminos y nuevos retos. Mucha suerte a los dos que la tenéis bien ganada.

domingo, 23 de octubre de 2011

Haz de tu vida tu ilusión

Haz de tu vida tu ilusión, de los tuyos tu refugio, de la esperanza tu catecismo y construye a tu alrededor la armonía y la felicidad.

Ya sé que, a veces, puede parecernos que esta vida no nos da la felicidad, si no más bien todo lo contrario: tristeza, llanto, lágrimas y desesperación. En ocasiones la vida no es justa, ahí está, entre otras cosas, el hambre en el mundo y las miserias que nosotros mismos, con nuestra indiferencia, ayudamos a construir. Nuestra vida es un largo camino por recorrer, duro y difícil. ¿Porqué nos empeñamos en hacerlo más complicado aún?

Pensamos que las miserias y las desgracias están lejos de nosotros y no es así. A nuestro alrededor hay miles de ejemplos de lo que digo: pederastia, terrorismo, hambre, corrupción, injusticia, accidentes, y así podríamos alargar la lista hasta límites increíbles. Estamos perdiendo la esencia del ser humano y nadie tiene la culpa excepto nosotros mismos, si tú lo permites ya estas, inconscientemente, colaborando a ello.

Pues bien, ante esta situación, ¿porqué no empezamos a cambiar las cosas? No hacen falta grandes inversiones, empecemos por pequeños detalles: sonreír al que está al lado, dar los buenos días en el ascensor, respetar a los mayores, paciencia cuando el semáforo se abre y el que hay delante aún no ha arrancado, dale tiempo no se va a quedar a dormir ahí… Ponte en el lugar del otro y, bajo su prisma, intenta entenderle o al menos entender cual es su situación o porqué se ha visto obligado a llegar a ella. Ayuda al que lo pasa mal, algún día alguien te ayudará a ti. Aprovecha cada minuto de la vida que te rodea, de su luz, de la increíble naturaleza, de su fuerza, de su belleza. Comparte todo esto con los tuyos, disfruta de tu familia, amigos, compañeros y porqué no, de todo el mundo. En definitiva, se trata de pequeños detalles que si trabajamos entre todos, lograremos generar un clima distinto al actual y, de esta manera, acercarnos a la armonía a la que me refería al principio.

Esto es lo que propongo: un gesto, un halo de esperanza para la humanidad que podemos construir cada uno de nosotros cada día. Cambiemos este clima de frustración y, poco a poco, cambiaremos el mundo que nos rodea. Todos tenemos algo que aportar, las cosas buenas para enriquecernos y las malas para aprender de ellas y mejorarlas. Nadie dice que esto sea fácil de conseguir, pero al menos vamos a intentarlo: lucha por ser feliz y contagia al que te rodea de esta felicidad.

Este es un intento que hago por cambiar algo que a diario ven mis ojos. La televisión y la prensa nos describen la realidad todos los días y seguimos indiferentes ante la situación, asumimos la noticia y pensamos que no va con nosotros, que nos queda lejos, pero no es así. Son nuestros semejantes y algo pasa cuando se repite tantas veces y los casos son muy similares: genocidios, parricidios, violencia de género, violaciones… Sí, suena mal, es gris, oscuro y genera en nuestro corazón un sentimiento de pesar y de horror, pero esto es lo que pasa a diario y cada vez más.

No estemos ciegos ante estas situaciones, eduquemos a nuestros hijos e intentemos reeducarnos a nosotros mismos para que esto pare y las futuras generaciones no padezcan este mal.

martes, 11 de octubre de 2011

Recuerdos

Ayer fui a la pista de atletismo, me acompañó una amiga para hacer una sesión de estiramientos. Hacía tiempo que no la visitaba, pero ahí, como siempre, con sus interminables 400 metros unas veces de sufrimiento, otras de gloria. Estaba tranquila, no había nadie solo nosotros, el sol me decía con sus rayos que el otoño está próximo, la brisa era agradable y aún se escuchaban los cánticos de los gorriones que habitan la zona junto al río. Me permití el lujo de pasear descalzo por el cuidado césped y sentí su agradable tacto tocando mis pies. ¡Fue fantástico! Una tarde de lujo, de recuerdos y de esperanzas. Me dieron ganas de lanzarme a correr, un simple trote por el césped hubiese bastado para quitarme el mono porque llevo corriendo en cinta desde julio y aún me queda para hacerlo con mi guía.

De todas formas, lo importante es que no estoy lesionado y parece que aún aguanto y mantengo la motivación. Estoy cogiendo un estado de forma muy bueno y buscando un pico para en enero realizar una buena marca que permita coger confianza y, al mismo tiempo, empezar a progresar en la distancia elegida para Londres. Ya tenía que estar corriendo carreras populares para ir cogiendo sensaciones y ver por donde andamos, pero esto es lo que hay y, de momento, debemos seguir con la cinta, la elíptica y ahora los paseos por el césped de los 400 metros.

Mientras escribo estas líneas, me acabo de enterar de una magnífica noticia: dos récords del mundo en el Maratón de Carpi para dos de mis compañeros de la selección nacional de Atletismo. Por cortesía empezaré por el de Mª Carmen Paredes (3h00’16’’) que ha bajado la anterior marca mundial, nada más y nada menos que en media hora. ¡Ahí está!, sin perder la motivación, creyendo en sus posibilidades y dándolo todo, aún sabiendo que no tiene prueba en los Juegos de Londres. Esto es toda una reivindicación para que se tenga en cuenta que sí hay mujeres ciegas que luchan con la distancia. Es verdad que no son muchas, pero claro, tampoco veo que se las motive o que tengan apoyo en cuanto a que algún día puedan ser paralímpicas. ¡Bravo Mª Carmen!, por este gesto tan valioso para el deporte femenino internacional.

Por otro lado, el gran Alberto Suárez (2h25’01’’), ¡impresionante!, dos maratones seguidos en los que bate dos récords mundiales y encima propios. Toda la carrera en solitario, demostrando saber medirse, sufrir, luchar y creer en sí mismo durante todos esos kilómetros en los que nos pasan por la cabeza infinidad de pensamientos y vivencias a cual más dispar. ¡Qué entereza la tuya Alberto y qué grande eres!

Enhorabuena a los dos.

También quiero hacer mención a otro gran maratoniano y compañero: Manuel Garnica, luchador incansable que obtuvo una marca nada despreciable (2h45’52’’) por cualquier persona que sepa lo que es correr un maratón. Manuel, en tus piernas y en tus sensaciones quedan esos kilómetros que a buen seguro te servirán de entreno no sólo físico si no mental para afrontar con mas sabiduría tus próximas carreras.

Felicidades para todos. ¡Campeones!

martes, 4 de octubre de 2011

Gestos y días felices

Hoy ha sido un bonito día. Se corría la Media Maratón de Talavera, mi ciudad, y cientos de corredores tomaban la salida, cada uno con su ilusión particular. Día ventoso y no muy agradable, pero con bastante expectación. Yo no corría, aunque sí lo hacía muchos amigos y para mí la ilusión era verlos conseguir sus objetivos.

Por un lado, los hermanos Núñez, Javi y Antonio, que están muy fuertes y así lo demostraron entrando en primer y segundo lugar con poco más de 1:06:20 Javi y algo menos Antonio. Vanesa Veiga intentó batir el record de la prueba, pero la semana pasada tuvo fiebre y esto hizo que se desbaratasen sus planes. Aún así, fue la primera en cruzar la meta en chicas. Buena carrera también de Pedro Santos y Paco Navidul.

Por el contrario, mal día para David Rodríguez, mi entrenador, que se tuvo que retirar por una fuerte contractura a pocos kilómetros de la salida. También día malo para Araujo, gran corredor de esta ciudad que hoy no encontró sus mejores sensaciones y tubo que abandonar a mitad de la prueba. Otro día será, campeón. Muchos amigos más disfrutaron en las calles y consiguieron sus objetivos.


Me gustaría destacar el gesto de Manuel Tornero, corredor catalán que está realizando una bonita labor y es que se ha empeñado en que este, el Día de Reyes, no le falte un regalo a cada niño que esté hospitalizado. Para ello, ha hecho unas camisetas solidarias y las va vendiendo por las carreras populares de toda España. Todo el dinero que consiga irá destinado a hacer realidad este bonito proyecto que estoy seguro que encontrará, en los corredores populares, el apoyo y la colaboración del más alto nivel.

Ya es la segunda o tercera ocasión que pierdo la oportunidad de correr en mi ciudad. Estoy deseando hacerlo, pero las circunstancias me lo impiden cada año. Mi guía lesionado, de todas formas yo me estoy poniendo muy fuerte, tengo la cinta de correr que hecha humo, nunca la he puesto a tanta velocidad.

La cinta está colocada en el balcón de mi casa que da a una placita donde hay un supermercado y justo enfrente, a unos cincuenta metros, hay otro bloque de viviendas. Cuando entreno, siempre lo hago con los cascos del Iphone puestos por dos motivos: uno, para motivarme con la música; y otro, por que me da vergüenza salir al balcón. Cada vez noto que más gente se asoma a las ventanas, los niños dejan de jugar en el parque por unos momentos y miran hacia arriba, algunos vecinos de enfrente salen a comer al balcón y yo creo que dirán: “¡este tío está loco!, o algo así. El caso es que no se ríen de mí, pienso que tal vez se motivan viendo el esfuerzo que hago a diario porque si no, no es normal. Son siempre los mismos vecinos y se pasan todo el tiempo el entreno ahí mirando. En alguna ocasión viene y me lo cuenta mi mujer que observa desde otra habitación el panorama. Ya lo tengo asumido, pero al principio me moría de vergüenza y, en alguna ocasión, me esperaba a la noche. La verdad es que debe ser un espectáculo ver a un ciego poner la cinta a 24 km por hora para las diagonales o verlo hacer los cuatrocientos a 1:04.

Creo que estoy empezando a correr rápido, nunca he sentido mis piernas moverse a tanta velocidad, ni he notado este tipo de fuerza. Poco a poco me voy haciendo al medio fondo, aunque me queda mucho y esto son sólo entrenamientos en cinta que luego hay que refrendar en tierra firme. De momento, lo importante es la sensación y las ganas que le estoy poniendo. Sólo me queda esperar la mejoría de mi guía y poder desarrollar toda esta potencia con él.

Menos de un año para Londres y con todas las esperanzas puestas en nuestro trabajo, espero que vayan dando resultados pronto. Seguiremos trabajando y luchando por mi sueño. Este año olímpico vamos a dar todo lo que tenemos, tanto mis compañeros como yo, para ir a esos Juegos y hacer un buen papel representando los valores que tenemos todos los atletas que formamos la Selección Española Paralímpica de Atletismo. Somos un gran grupo y esto nos da alas para en unos casos superar las lesiones, en otros los bajones cuando no salen las cosas y en muchos otros contar con el apoyo y las felicitaciones de los compañeros cuando las cosas salen bien.

Formamos un buen equipo y aunque estemos separados por muchos kilómetros, cada uno de nosotros sabemos lo que están haciendo los demás para apoyarnos y luchar todos juntos por nuestros objetivo que no es otro que el de traer los máximos metales para nuestro país y dar ejemplo de sacrificio, coraje, voluntad, esfuerzo, superación, amistad, felicidad y orgullo.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mi máquina y yo

Desde que me tomé mis merecidas vacaciones allá por el mes de julio, no he vuelto a correr en el exterior debido a una lesión de mi amigo Fernando.

Agosto ha sido un mes muy intenso debido a unos cursos intensivos que me llevaron a seguir un ritmo de vida algo estresante, con muy pocas horas para el sueño reparador que se ha de tener para rendir. No obstante, los resultados han sido de lo más gratificantes. Aunque me pasaba casi todo el día estudiando, conseguía sacar dos o tres horas para entrenar en un gimnasio de Toledo. Poco a poco me fui cargando las cintas de correr hasta que me quedé con la elíptica, menos mal que sólo era para un mes y fui planteando los entrenos como pude.

Ahora ya estoy en mi casa, con mi súper cinta de correr y mi buenísima elíptica, ¡esto ya es otra cosa! La cinta que tengo coge una velocidad de 24 km/h y ahí sí se pueden hacer buenas series, cuestas, tiradas a ritmo medio y prácticamente lo que quieras.

Llevo una semana y media de entrenamiento en condiciones y parece que estoy bastante fuerte, en gran medida gracias a los ejercicios de fuerza que hice los meses anteriores. No es lo mismo correr en cinta que en el exterior pues la pisada, al fin y al cabo, se acompaña por el deslizamiento de la banda que es impulsada por un motor. Sin embargo, tiene otro tipo de beneficios, como por ejemplo, el entrenamiento mental. Es muy duro correr sin sentir el aire del exterior dándote en la cara, tu paisaje no varía, normalmente es una pared delante de ti, algo con lo que yo juego con ventaja, pues al ser ciego me imagino infinidad de recorridos en mis tiradas o, si se trata de series, tengo medida en mi cabeza la pista de atletismo y dependiendo del ritmo al que ponga la máquina sé exactamente por dónde iría en la pista y cuanto me queda para llegar.

Las sesiones de cinta suelen ser de entre una hora y hora y veinte. Ahora, como me pasé al medio fondo, no es necesario más. Acompaño mis sesiones con todo tipo de música que me preparo a conciencia pues si no, no hay quien aguante en la máquina. Es muy importante hidratarse, aún más cuando realizas sesiones de cinta o de elíptica pues se pierden muchas más sales minerales y el desgaste es mayor. Yo lo noto rápido en la piel, especialmente en la cara que al traspirar más y al ser sudor salado, se me irrita muchísimo la piel hasta crear heridas.

Otro hándicap es que siempre he de ir con un lado del cuerpo bloqueado pues no me puedo soltar, de tal manera que lo que hago es cambiar constantemente de agarre derecha-izquierda, izquierda-derecha y así compenso la biomecánica lo mejor que puedo. Los botones también hay que manejarlos para cambiar el ritmo y además uso dos cronómetros. Suelo empezar rodando a cuatro el kilómetro y luego lo que pone en la papela: si toca ritmo medio, pues a cambiar a tres veinte, tres treinta o lo que ponga. Si son series, pues se hacen progresiones y a por ellas. En fin, que todo es adaptarse. Nunca sabrás del todo como estás hasta que corras en el exterior o te metas en una pista, pero sí te vale para no perder la forma o para empezar a cogerla.

Estos son mis días de entrenamiento hasta que pueda seguir con mi guía. Tengo ganas de competir ya alguna carrera popular y de volver a los caminos y a la fantástica pista de Toledo. Ganas de respirar el otoño que nos llega, ¡me encanta! Esta estación y la primavera son ideales para correr, para disfrutar del campo y de sus transformaciones, para oxigenarte e ir tomando conciencia del nuevo año que se avecina. Un año tremendamente ilusionante: año Olímpico, el sueño de mi vida (no puedo evitar que se me ponga una sonrisa en la cara al pensar en esto). Un año duro en el que hay que hacer buenas marcas y dar ese paso que me falta para conseguir estar ahí luchando por las medallas. Lo voy a dar todo y pienso disfrutar de cada día hasta el día de la final.

Ruego a quien me conozca que si observa que en este periodo de tiempo que me falta no estoy ilusionado y con ganas, me recuerde que es lo que me mueve para conseguir mi sueño: disfrutar, disfrutar y disfrutar de este regalo que me ha dado Dios.

Queda un año maravilloso y hay que aprovecharlo al máximo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

El espíritu del vino

Así empieza una de las muchas canciones del famoso grupo Héroes del Silencio. He escogido esta entrada precisamente para hablar de eso: de los HÉROES EN SILENCIO, de mis héroes, en los que me fijo a diario. Son los que, día a día, en silencio, trabajan y se superan sin hacer ruido, sin llamar la atención, si darse importancia, sin quejarse. Siempre con una sonrisa para todo aquel que se cruza con ellos en sus entrenamientos.

Se trata de la familia Rey. El padre entrena a un gran grupo de atletas y le da el nivel que tiene cada uno. Todos se sacrifican en su rutina diaria, cada uno dentro de sus posibilidades, pero con algo en común: lo dan todo, desde el que va a 2:35 hasta el que va a 4 pelao. Es una maravilla asistir a cualquiera de estos entrenamientos en la fantástica pista de Toledo y ver como salen a hacer series escalonadas todos.

Recuerdo, antes de acabar la pasada temporada, cómo el propio Julio Rey tiraba de los juniors calzándose las zapatillas de clavos y a un ritmo tal que eran incapaces de relevarlo. Menudo tres mil se marcaron. Yo estaba en la pista haciendo series con el gran Fernando Rey, eso sí más cortas, y ellos nos servían de referencia y de gran motivación. Un lujo ver a los dos hermanos Rey en tan magna labor: uno ayudando a los juiniors y otro de guía de un de un atleta ciego, ¡realmente espectacular! Yo no andaba muy bien anímicamente por esas fechas, pero amigos, el ejemplo de estas figuras hace que lo des todo en la pista. Otro gesto para añadir al espectacular currículum de Julio Rey es la increíble capacidad que tiene para nuevamente ponerse las zapatillas y pelear con cualquiera que tome la salida. Julio renace desde sus orígenes y yo lo tendría muy presente aún, si le respetan las lesiones.

Fernando Rey, mi guía, es todo pundonor y coraje. Mucho estoy aprendiendo de él y no sólo en términos de Atletismo, sí no en cómo afrontar las cosas cuando vienen mal dadas. Ahora, él está pasando un percance oftalmológico bastante serio y es admirable como lo lleva tanto en el hospital como ahora en su convalecencia. Siempre positivo, sigue animándome sonriente y de buen humor.

Otro gesto más que quiero destacar es el de Vanesa, la mujer de Julio Rey y Campeona de España de Media Maratón: se ha ofrecido varias veces para ayudarme en mis entrenos, pues Fernando debe guardar reposo absoluto.

Gracias Vanesa, de todo corazón Gracias Julio por demostrarme cómo hay que entrenar. Gracias Fernando por haber estado a mi lado en estos meses tan difíciles para mí y por soportar con paciencia mi bajo estado de ánimo, gracias por tu coraje y solidaridad. Gracias a Julio padre por el madrugón que se dio para llevarme a una carrera en Madrid, gracias por tus ánimos en los entrenos. Y gracias a todos los que cada día me encuentro en esa maravillosa pista de Toledo y hacen que saque fuerzas de dónde no hay.

Gracias a mi familia por su gran apoyo y por creer en mí.

Para terminar, quería escribir algo que haga entender un poco mi falta de noticias. He estado buscando ese espíritu necesario para afrontar este año Paralímpico. Mis fuerzas las cojo de estas fuentes que he descrito y de alguna más que no quiero olvidar: la fuerza de mi anterior guía, Juan Antonio Araujo y la inestimable ayuda de mi gran amiga Yolanda sin la que ya hubiese tirado la toalla hace tiempo.

Sólo una cosa más, aunque esté trabajando, entrenando y si puedo estudiando, merece la pena seguir luchando por la gente que cree en ti.

domingo, 22 de mayo de 2011

Más difícil todavía...

Cuando queda poco más de un año para las Paralimpiadas de Londres 2012, parece que las cosas se ponen cada vez más difíciles. Hasta ahora contaba con la ayuda de mi club para poder seguir dedicándome por completo a lo que es la vida de un deportista de élite, es decir, preocuparme sólo y exclusivamente de entrenar, descansar, cuidarme y competir. Ahora ya no va a ser así.

Mi club cubría mis desplazamientos a las competiciones, los gastos que le generaba a mi guía venir a entrenar a mi ciudad tres o cuatro veces a la semana, lo que suponía unos 160 kilómetros por cada viaje, además del material deportivo que necesitaba. Todas estas ayudas se han acabado, por lo que la situación cambia drásticamente. Para empezar, si quiero seguir entrenando con uno de los mejores atletas que ha dado nuestro país, seré yo quien tenga que viajar a Toledo, teniendo que usar un transporte que me supone tres horas de viaje diarias, comer de mala manera, volver a coger el autobús y, por supuesto, buscarme un trabajo que me permita compaginar todo esto, algo bastante difícil dada mi situación.

Con estas expectativas no sé cómo algunos pretenden que estemos a la altura de los mejores del mundo. Creo que en el corto periodo de tiempo que llevo en mi carrera deportiva he hecho méritos más que de sobra para que se contemple, al menos, la posibilidad de ayudarme económicamente para poder seguir mejorando, además creo que tengo proyección de futuro y, aunque por desgracia en Londres no tendré mi prueba de maratón, soy muy capaz de mejorar muchísimo mi marca de 5.000 m. y mi puesto del Mundial, que por otro lado, todos sabemos con el hándicap que conté. Nunca me ha gustado hablar de mis resultados, pero creía que eran suficientes para que se apostara por mí.

En mis últimos entrenamientos, he vuelto a disfrutar con Fernando de los rodajes a ritmo por el canal que rodea Talavera, con arboledas entrecruzándose a lo largo de todo el camino, con el sonido de los pájaros que con su canto anuncian el buen tiempo, también de días lluviosos y espectaculares donde nos hemos puesto como auténticas sopas, y sin embargo, los kilómetros han resultado de lo más emocionantes; he vuelto a emocionarme en la elíptica de mi casa y a sentir como se me pone el vello de los brazos de punta al mismo tiempo que aumento el ritmo con la música de fondo; he vuelto a tocar la pista y en tan solo tres sesiones me he puesto los clavos y he vuelto a creer en mí, con Fernando estoy seguro de lo mucho que puedo mejorar. Ahora se nos presenta el Campeonato de España y, aunque vamos cortos de entrenamiento, lo vamos a dar todo.



El caso es que, al parecer, sí que valgo para seguir en esto, pero sin ayudas económicas. Así es difícil mantener el altísimo nivel que se pide.
Por suerte, sigo contando con la inestimable ayuda de mi guía, Fernando Rey, de David, de Javi, de Juanan y de una de las personas que más me han ayudado a llegar hasta aquí. En más de una ocasión se me ha pasado por la cabeza dejarlo todo, es muy difícil mantener la motivación ante tantas adversidades.

Creo que ya he encontrado la motivación que me faltaba: en cada entrenamiento, en cada competición, en cada pensamiento de mejora estará presente lo que para mí ha sido y es el alma de ese club. Tengo algo a mi favor y es que cuanto más duro me den y más abajo caiga, más fuerte me hago y con más ganas me levanto.
Seguiré intentándolo con todas mis fuerzas, hasta que no pueda más.

viernes, 15 de abril de 2011

Mi sueño

Cuando se ahoga el corazón, cuando se encoje el alma y te oprime el pecho hasta hacer que tu respiración se entrecorte impidiendo la oxigenación total de las células de tu cuerpo y hace que te cueste cada vez mas el nuevo día, es el momento de sacar de dónde no hay. Ardua tarea la que se nos pone por delante, una más.

Mi sueño era correr el MARATÓN en la Paralimpiada de Londres 2012. He imaginado ese día muchas veces, me veía corriendo por las calles de Londres junto al gran Ciona. Ese día no me hubiese importado dejarme la vida tras cruzar la meta, fuese en el puesto que fuese, pero eso sí, dándolo todo hasta la extenuación. No va a poder ser, alguien ha decidido que los ciegos no podamos correr esa distancia en Londres. Tampoco podremos correr el diez mil. Yo tengo corazón de fondista y alma de maratón y esto ha supuesto para mí un gran disgusto, hasta el punto de acabar tres días en el hospital.

Tres días me he pasado haciéndome pruebas de corazón y todo tipo de analíticas. Fui a urgencias porque no me encontraba bien desde hacia tiempo y yo lo achacaba a un catarro muy fuerte que pasé y me dejó bastante hecho polvo. Allí expliqué que tenía como pesadez en el pecho y que seguramente estaba aún muy congestionado por el pasado virus. El problema fue cuando me hicieron una placa torácica y vieron el tamaño de mi corazón, después me hicieron un electro y vieron unas ondas raras…, siguieron con analítica y prueba de gases.

Cuando creí que me iban a dar los resultados me dicen que me ponen una vía y que me acueste en una cama que viene una ambulancia para trasladarme a un hospital mejor dotado. Les dije que tenía que ser un error y pedí que viniera el médico, que pasándome la mano por la espalda en señal de apoyo y con el fin de consolarme, me dijo que no preocupase pero que parecía que tenía un problemilla de corazón y que en esa clínica no tenían medias para hacerme más pruebas, pero en el otro hospital sí.

Yo me asusté un poco y entre que no lo entendía y demás, me vi en la ambulancia camino de un inesperado fin de semana a todo lujo…

Al llegar me dieron total prioridad, cosa que he de agradecer, y me pasaron a la cama uno del box. Me pusieron el monitor y empezaron a entrar un montón de médicos y enfermeros asustados por lo que veían en la pruebas. Les pregunté qué era lo que pasaba conmigo, qué les preocupaba. Como lo veía venir, les dije que era normal que mi pulso no llegara a 40 ppm y que tuviera un corazón grande porque soy corredor de fondo y es mi profesión, también les dije que venía de entrenar 21 kilómetros, a 120 pulsaciones en carrera, como dando un paseo por el campo. Les comenté, con todos mis respetos, que creía que se estaban confundiendo… y me dicen qué si quiero un Orfidal, ¡pero si estoy tranquilo, es que no ven mi pulso!

Al cabo de unas horas, por fin dejaron entrar a mi mujer a verme y ella, entre lágrimas fue quien me dijo que tendría que quedarme al menos seis horas más porque me querían repetir la analítica. Le dije que no se preocupara que estaba perfectamente y que me trajera un bocadillo de calamares porque eran las doce de la noche y estaba muerto, pero de hambre. No pudo ser el bocadillo y me arrearon una pera de agua y unas galletas, todo rodeado de cables y oxígeno.

Al final, me ingresaron y he pasado un “finde” de lo más rico: cama gratis, habitación super amplia, buena compañía y, por supuesto, una dieta sin sal de mil quinientas calorías. El baño era muy práctico, pero en mi caso daba igual porque no podía moverme de la cama y estaba asistido para todos mis menesteres, aunque para los de gran alcance negué en redondo. Gustaban de asearme en el mismo lecho dónde dormía y también comía. Durante toda mi estancia fui obsequiado por unos buenos pinchazos en la tripa para los evitar coágulos y analíticas cada seis horas, sin olvidarnos de mi hermosa vía que no servía para nada pues si me sacaban sangre me pinchaban en otro sitio porque decían que si no los resultados se falseaban. En fin, como pude fui ingeniándomelas para primero ser abastecido por los amigos y familiares de buen llantar, que me traían a escondidas y segundo escapándome al baño para asearme en algunas ocasiones, no sin que dudasen de tal comportamiento mis familiares que ya no se creían que estaba bien. Me cansé de decirles a todos los enfermeros qué estaba bien, qué si no veían que mi pulso no pasaba de 44 y qué. No había manera, era un protocolo que tenían que seguir.

Con el ansia de que llegase el lunes y de que viniera un cardiólogo que entendiese algo más me desayuné ese día con otro electro.

De repente el doctor se da a conocer y empieza la consulta en la habitación, repasando todas las pruebas y constantes que había tenido en esos tres días. Ni que decir tiene que eran todas casi iguales. Aquel hombre empieza a pasar hojas y a decir que no entiende nada y que esto y lo otro…., relataba en voz baja.

“Anda muchacho quítate el oxígeno y levántate”. ¡Aleluya! “Te vamos a hacer un ecocardiograma, aunque no sé para qué y la prueba de esfuerzo, ya veremos”.

Entretanto me llegan unos informes de mis últimas pruebas de esfuerzo, las que hice en la Universidad de Castilla-La Mancha y en el Centro de Medicina Deportiva de la Diputación de Toledo. Cuando las vio creo que pensó aquello de ¡tierra trágame! Yo insistí en que me hicieran al menos la ecocardio, creo que me lo había ganado. Todo bien, todo perfecto, de alta y a comerme unos torrecnillos, una de patatas alioli y una coca cola, lo mínimo que me merecía, tanto yo como mis familiares, después de un fin de semana encamado en el hospital.

A pesar de todo, me gustaría dar las gracias a todo el personal por sus magnificas atenciones y su saber hacer y esto no lo digo de broma, son profesionales y cumplen a raja tabla el protocolo. Si por desgracia pasan ustedes por mi bella ciudad y sufren de un episodio cardíaco, sepan que están en buenas manos, lo único que yo era un caso algo peculiar.

Bueno, ahora a superar mi disgusto y a reciclarme para el cinco mil de Londres, pero antes… aún no he dicho mi última palabra en maratón.

lunes, 14 de marzo de 2011

Recuperando sensaciones

¿Qué te empuja? ¿Qué hace que te dejes la vida en cada entrenamiento? ¿Qué proceso mental hace que cuando estás al borde de la extenuación tu cuerpo siga soportando el sufrimiento y encima se crezca ante el esfuerzo?

Es, sin lugar a duda, la MOTIVACIÓN, el proceso por el cual la mente es capaz de reorganizar tu sistema y parar las alertas que indican que hay que parar, que la tensión sube, que la deshidratación está aumentando, el lactato está por las nubes y estamos casi ante el colapso.

Si estas realmente motivado y haces que ese proceso se mantenga, darás el cien por cien de tu capacidad. Esta cualidad que tiene el ser humano es algo que hay que trabajar, no vale con que estés motivado el día de la prueba, es un proceso que hay que cultivar a diario y para ello se ha de poner empeño y sacrificio. Hay que rodearse siempre de un ambiente positivo, intentar evitar situaciones negativas y rodearse de amigos, familia y compañeros de entreno que aporten ganas de vivir, de reír, de sentirse parte de ellos y a la vez ellos parte de ti. Piensa que el deporte que practicas es algo más que un rodaje por el campo, en nuestro caso, es una profesión dónde cada vez hay más gente con calidad y que se prepara a conciencia para intentar superarte. Cualquier cosa puede desestabilizarte y si no cuidas todos los detalles es muy seguro que no llegarás a dar ese cien por cien tan necesario para cumplir tu objetivo.

Las series, los rodajes kilométricos, los entrenamientos de fuerza, la alimentación y el descanso, entre otras muchas cosas, no son suficientes para obtener el rendimiento óptimo si no cuidamos este importante aspecto que es la motivación. Recuerda que es el proceso que mueve todos los demás.

Así pues, vuelve a tus raíces y busca en tu Interior. Recupera sensaciones. Acuérdate porqué te metiste en este mundo y hasta dónde quieres llegar, o si ya has llegado, piensa qué te motiva a seguir y mantenerte en lo más alto.

En mi caso, he vuelto a recordar sensaciones, aquellas sensaciones de mi primer Campeonato de Europa, la ilusión de entrenar y dejarme el alma en cada entreno, la de compartir mi sufrimiento con mi guía, la de la alegría de realizar buenos entrenos y ver que el que va a tu lado siente lo mismo que tú.
He vuelto a mis principios, a la ilusión de toda mi vida, al sueño de intentar convertirme en un gran maratoniano. Esto para mi es lo más grande, este intento de alcanzarlo ya me enriquece y me da fuerzas para seguir luchando. Me encanta entrenar largo, hacer series interminables y rodajes a ritmo vivo. Con estos entrenos llega un momento en el que cuerpo y mente no sólo son uno, si no tres. Aparece tu yo, tu interior se muestra para ti y es algo realmente espectacular, es una sensación de paz y tranquilidad que encuentras para tu disfrute y tu conocimiento. Es cuando pones el piloto automático y te dejas llevar por sensaciones que sólo encontrarás en ese preciso momento. A partir de ahí, sólo hay que dejarse ir y esperar a que la realidad nos devuelva a nuestro estado normal y entonces repetir el proceso para intentar volver a ese espacio-tiempo tan particular.

Después de entrenar así llega una sensación que te invade y te reconforta de tal forma que te deja nuevo y preparado para la próxima.

Quizá te parezca exagerado, o no, pero es lo que yo veo, lo que siento y por lo que lucho. Es mi manera de ver los 42 kilómetros 195 metros y todo lo que llevan intrínseco.

Quizá tu sientas lo mismo, ¿no?

viernes, 25 de febrero de 2011

Mi equipo

Es agradable levantarte cada mañana y saber que no estas solo en tu reto. Yo tengo la suerte de tener un gran equipo de apoyo en todos los aspectos que os podáis imaginar. No sé por donde comentar porque todos son importantes, desde el primero hasta el último.

Os hablaré de mi entrenador, David Rodríguez García, con sus entrenamientos a cual más sorprendente. No hay ninguno igual, la gran variedad de entrenos hace que mi cuerpo tenga que responder cada día de una forma distinta y así se va preparando para cualquier inclemencia que surja en carrera. Son muchos los entrenamientos en los que pienso cargármelo, pero al final acabo disfrutando. Él sabe cómo y cuándo darme mi momento de respiro y siempre estamos en comunicación.

Mi guía de siempre, Juan Antonio Araujo. ¡Pedazo de chico! Corazón y pundonor son dos de sus grandes cualidades. Es una persona de esas que cuando aparecen en tu vida es para siempre. Lleva practicando atletismo toda la vida y luchando contra las lesiones que le limitan bastante, pero amigos, ahí sigue, impertérrito ante las circunstancias y con la ilusión puesta en cumplir con nuestro sueño: las Paralimpiadas de Londres.

Ahora la gran noticia: mi nuevo guía. Siempre le he considerado, tanto a él como a su hermano, algo más que un atleta dentro de este mundillo. Son de esas personas que están hechas de una pasta especial. Se trata de Fernando Rey. ¡Qué os voy a contar que no sepáis de él! Campeón de España de 10.000, internacional en multitud de ocasiones, poco más de una hora y dos en media maratón y unos registros en diez y cinco que son para andarse con cuidado… Ahora él esta acabando un master y aprovechando esta circunstancia, en la que deja de competir al máximo nivel, le propusimos la idea de ayudarme en este reto y aceptó sin pestañear, encantado y con la ilusión que le caracteriza. Tanto Julio como él son gente de gran corazón, siempre con la sonrisa y la humildad por delante. En fin, que estoy muy contento de entrenar con él y parece que vuelvo a ilusionarme y a tener ganas de hacer kilómetros. Tengo que cambiar el chip para meterme en el fantástico mundo del Maratón y, además, con este fuera de serie. Ya hemos rodado y metido algún entreno y la verdad es que la altura no parece ser un hándicap para correr. He disfrutado mucho con los tres entrenamientos que llevamos y parece que la cosa va bien.

También está en mi equipo Javi Núñez, otro gran atleta que además es médico deportivo, y de los buenos. Él sabe siempre de mi evolución y ya me ha librado de alguna lesión de esas que fastidian en los peores momentos. En cuanto tengo algún problema, rápidamente localiza la lesión y nos ponemos a trabajar sobre ella. Es como tener preferencia en el taller cuando se te rompe el coche, todo un privilegio.

Por último, y no menos importante, mi club: el Club Paralímpico de Castilla-La Mancha. Yolanda, Romera, Juanfran, Carlos y Juan son los responsables de este gran club y quiero nombrarlos a todos pues son imprescindibles para todos los que formamos parte del equipo. Mi club es más que una institución, son personas de gran sensibilidad con nuestro deporte y se vuelcan todo lo que pueden para ayudarnos. Enhorabuena por vuestro trabajo y muchísimas gracias por todo lo que hacéis por nosotros.

jueves, 17 de febrero de 2011

La figura del guía de atletismo

Para ser guía de un atleta ciego no basta con tener calidad suficiente como para poder llevarle, existen otros muchos factores que hay que tener en cuenta y que, a la larga, son los que hacen posible que las cosas funcionen.

Cada vez hay más atletas de élite que se ofrecen para tan bonita labor y eso es de agradecer por nuestra parte. En el reciente Campeonato del Mundo, celebrado en Christchurch, se ha podido constatar que los atletas ciegos corren muchísimo y son capaces de realizar registros de gran consideración, por eso es muy necesario que haya atletas de alto nivel que se presten a hacer de guías. Si un corredor ciego es capaz de marcarse un registro de quince poco en el 5.000 y de treinta y dos en el 10.000 ¡imaginaos como tiene que ser el atleta que lo lleva! Si el ciego va a tres pelao, su guía tiene que ser capaz de ir a dos cincuenta para tener un margen suficiente.

Un aspecto muy importante a tener en cuenta es que la relación entre guía y atleta no sólo consiste en correr, hay que convivir, es decir, el guía nos tiene que ayudar a elegir la comida, acompañarnos al servicio, recogernos en casa para ir a la pista y echarnos una mano en cualquier cosa no podamos hacer por nosotros mismos. Es cierto que en muchas tareas somos autosuficientes, pero aún no somos supermanes… Además, si no te Llena compartir sufrimientos, alegrías, entrenamientos agónicos y rodajes interminables codo con codo, no es posible.

Esto es atletismo del más alto nivel. Nosotros lo damos todo, como en la élite, nos cuidamos igual, entrenamos al límite de nuestras posibilidades y, al fin y al cabo, el esfuerzo es el mismo aunque los ritmos, lógicamente, no sean igual.

En mi opinión, la cualidad más importante que debe mover a un guía es el ALTRUISMO, si no te mueve ese sentimiento no será posible la comunión entre ambos. Afortunadamente poco a poco las cosas han cambiado y ya existen becas para que los guías tengan una motivación extra para ayudarnos, porque el tiempo que nos dedican es importante y se lo tienen que quitar a sus familias o amigos. Algunos tienen la suerte de poder dedicarse exclusivamente a esto y hacer de ello su trabajo, pero son los menos.

Considero que para que todo el engranaje funcione a la perfección, al guía le debe mover el altruismo, sentir por el atletismo el máximo respeto y haber hecho de él y de sus valores los suyos propios, que le guste compartir el éxito y el fracaso de un amigo, que se emocione cuando él se emocione, porque es gracias a él y a su gesto por lo que se consiguen los éxitos. Un consejo, muy personal, para alguien que se plantee ser guía: hazte amigo del atleta, comparte abrazos, sudor y lágrimas y la recompensa será infinita para ambos.

Tengo grabado en mi recuerdo el gran momento que viví en la cámara de llamadas junto a Oriol, ese chico, ese gran atleta, que de un día para otro se ofreció a llevarme en la final de 5.000 del campeonato del mundo, ante la lesión repentina de mi guía. BUEN CORAZÓN EL DE ESTE MUCHACHO. ESTO ES DE LO QUE OS HABLO. Cuando estábamos esperando para correr la final vimos como el gran Odair y su guía cantaban una especie de samba brasileña, cogiéndose hombro con hombro y entonando esa bella melodía, calmada y realmente plena de felicidad. ¡Impresionante! Grandes amigos, grandes atletas.

Otro día contaré más anécdotas de este tipo que tengo la suerte de vivir con los que comparten esto conmigo.

lunes, 7 de febrero de 2011

Mundial de Nueva Zelanda (V) - Competición, el resultado de tu trabajo

Teníamos un amigo poco agradable entre nosotros, la gripe. Poco a poco se fue apoderando de algunos de nosotros, añadiendo un peldaño más que superar en nuestra competición. En mi caso, ya me daba igual cualquier cosa, llevaba mucho tiempo “entrenando” mi cabeza para cualquier contratiempo que se presentase a última hora. Fastidia mucho porque baja tu rendimiento, pero lo mismo les pasa a tus rivales, al fin y al cabo todos vamos igual. Alternando las sudadas típicas en la cama y los dolores de cabeza y de ojos, fuimos pasando los días de la mejor manera posible, bebiendo mucha agua y a base de paracetamol.

Yo tenía claro que las medallas estaban muy difíciles, pero ese día nunca se sabe…. Mi intención, como siempre, era reflejar el trabajo que había hecho en los entrenamientos e intentar superarme en cada prueba. Mi primera carrera en este Mundial fue el diez mil, el primero de la temporada y dónde más opciones tenía de estar arriba. Salíamos sin miedo y con la intención de superar a mis amigos europeos y hacer la mejor marca posible. Me encontré muy bien durante toda la carrera y conseguí un registro excelente, conseguí mi mejor marca y rebajé el record de España en casi dos minutos. Esto es genial, pero como siempre te queda algo de pesadumbre. En mi caso, se llamaba Wada, el atleta japonés que llegó delante de mí. Le oí cambiar desde lejos, tenía un correr extraño, con un fuerte zapateo, parecía que iba mal, pero no, era su forma de correr. Como yo me encontraba fuerte quise tirar detrás de él, pero no pudo ser. Al final, un quinto puesto que no está mal y por detrás Andrea Cionna y los portugueses. ¡Qué grande es Andrea y qué clase tiene! Consiguió recuperarse del tropiezo con mi guía y casi nos pilla. El último día de competición, se proclamó subcampeón del mundo de maratón en este Mundial.

Mi otra prueba fue el cinco mil, con la peculiaridad de que tuvimos las semifinales y la final en dos días seguidos. En la semifinal, llegue tercero, dejándome ir, sin gastar y casi andando, batí mi record de España haciendo un marca muy decente. Pero, como ha sido la tónica habitual en este campeonato, tuvimos una fatalidad: a falta de seis vueltas para el final mi guía se lesionó. Llegamos sin forzar para que no se rompiese más de la cuenta. Una vez que lo valoraron los médicos, el diagnóstico cayó sobre nosotros como una jarra de agua fría, se había roto el gemelo y no podía correr la final.

Bueno, un lance más de infortunio que había que superar. Pronto se ofreció para llevarme en la final el bueno de Oriol. Es un tío magnífico, el guía de los hermanos Ávila. Muy rápido, pero demasiado bajo para mi. Sin embargo, en esta ocasión, esto no era un problema: gracias a él podía correr la final de un Mundial.

Esa mañana me levanté peor que ninguna, el sudor frío de la noche me hizo estar muy destemplado y apenas podía respirar. Me vendaron el pie como todos los días, me pusieron unos algodones en la nariz con algo parecido a Vip Vaporup y ni por esas. Daba igual, yo estaba muy animado y disfrutando de mi final. Pronto salimos a calentar y a cada paso yo veía que ese día tendría que sufrir mucho para hacer un buen papel. Nada más salir a pista, en una de las pocas rectas que nos dejaron hacer, me llevé por delante al guía de Luis, el atleta mexicano y me torcí el tobillo que me quedaba sano. Grité de dolor y enseguida escuché a todos mis compañeros: “venga Ricardo, ánimo, con dos …” Con su ánimo y los de Oriol salimos a por todas y a hacer nuestra carrera con el objetivo de quedar por delante de los portugueses y hacer un quinto o sexto puesto.

El gran Oriol se marcó una carrera excelente y eso que nunca había hecho de guía de un corredor ciego. Yo iba pálido y sufriendo lo indescriptible, escuchaba en mi cogote la respiración casi agónica del portugués Ricardo Vale. ¡Qué forma de sufrir también!, él que tenía bien agarrada la gripe y el tío aguantó hasta el tres mil de forma agónica. Yo sabía que, con ese trancazo, no aguantaría a ritmo de tres veinte, a pesar de que ese chico es el Campeón de Europa y tiene una marca muchísimo mejor que la mía, pero lo que decía antes: no era su día. Al final, batí otra vez mi record de España, llegando a meta descuajeringado total.



Para mi ha sido un mundial fantástico en cuanto a las marcas realizadas, he mejorado muchísimo y de aquí a Londres creo que lo puedo mejorar mucho más. El mundial me ha servido para conocer como están mis rivales, coger experiencia y aprender de ellos y también para saber que si ellos pueden correr así, yo también puedo. Hay que reconocer que la gente esta muy fuerte, corren como galgos, es increíble que los ciegos puedan correr así. Me han impresionado el gran corredor brasileño Odair, el chileno, el mexicano y, bueno los keniatas y sudafricanos que ya sabemos como son.

Ahora quiero correr desde otro punto de vista, al máximo nivel, competir mucho más pues es algo que apenas hago y es absolutamente necesario para pillar ritmo y experiencia. Mis rivales corren muchísimo y es que no paran de competir, aparte de que algunos son de otro planeta.

Yo me veo en maratón y creo que puedo hacer un buen diez mil preparándome para ello.

Londres será muy difícil después de lo visto en Christchurch, pero confío en mí y sé lo que puedo dar en el máximo sufrimiento.

En este momento tengo a los dos guías lesionados, pero yo no voy a parar y voy a preparar maratón aunque sea en una cinta de correr, luego ya veremos quien me lleva.

Quiero dar las gracias a mi club por todo lo que me apoya, es increíble la sensibilidad que tienen con el deporte paralímpico y hoy por hoy son los responsables directos de que yo pueda cumplir mi sueño.

domingo, 6 de febrero de 2011

Mundial de Nueva Zelanda (IV) - Danza Maorí

Por fin llega la ceremonia de inauguración. Más de mil atletas desfilando por el centro de Christchurch. Poco a poco, los voluntarios nos van colocando por países, unos junto a otros formando un gran círculo y en el centro nos obsequian con una danza maorí. Es la danza que usan los Old Black, jugadores de rugby, para amedrentar a sus rivales. Me choca con que respeto los neozelandeses atienden al pueblo maorí, es su cultura y, entre otras cosas, respetan muchísimo a sus mayores.

Durante toda mi estancia he sido tratado siempre con una educación exquisita: la gente siempre con una sonrisa en la cara, el tono de sus voces suave y delicado. Da gusto entrar a una tienda o una cafetería y recordar que nuestros padres no se equivocaron al enseñarnos buenos modales y a tratar a los demás con respeto y educación. Es curioso, pero te das cuenta de esto cuando compruebas a tu vuelta que aquí las cosas no son así. Mínimamente respetamos a nuestros mayores, a los niños les consentimos casi todo y no les privamos de nada, muchas veces vamos acelerados sin saber siquiera a donde, es un caos que vemos normal y ahí está el error. Bueno, no quisiera ponerme transcendental, es solo que cuando una sociedad tiene los valores claros la tranquilidad fluye de ella misma y se retroalimenta haciendo que el proceso se repita de forma automática y todo vaya bien. Así son los neozelandeses, al menos la gran mayoría.

En las tiendas, cafeterías y en todo tipo de establecimientos, se puede pagar con tarjeta de crédito, aunque sea un solo café o una fantástica galleta tipo cookie de un dólar. Esto agiliza las compras y no hay que llevar dinero líquido, algo que allí es habitual.

Es una tierra de agricultores. Tienen mucha fruta y verdura, buena carne y buenos corderos. Conocida es la lana de estos parajes, de mucha calidad. La isla está rodeada de grandes bosques y uno de ellos es el famoso bosque donde se rodó “El Señor de los Anillos”. Sus playas, al menos las que yo vi, no están mal pero sus aguas son bastante frías. Ballenas, mantas, rayas y algún que otro tiburón rondan sus proximidades. El sol, cuando sale, te quema y hay que darse mucha protección, no olvidemos que el agujero de la capa de ozono está justo en esa latitud.

En el país se conduce por la izquierda, como en Inglaterra. Impresiona bastante cuando ves que el autobús toma la glorieta justo en el sentido contrario al nuestro y parece que nos fuésemos a chocar de frente con otro vehículo. Otra curiosidad es que cuando tiras de la cadena en el baño el agua gira justo al contrario de las agujas del reloj. Lo mismo pasa en las carreras de caballos, van justo al revés que aquí.

La comida típica es la del pueblo maorí: especiada y a base de verduras, pollo y cordero. Muy rica y sabrosa. Una noche, tuvimos la suerte de ir a cenar al jardín botánico, donde hay un fantástico restaurante dirigido por un español que nos atendió magníficamente y nos dio de sus mejores viandas: choricito, que hace el mismo, rabas de calamar y otros entrantes, que a tanta distancia de la madre patria, saben mejor que nunca. Los segundos platos, a cual más rico y los postres espectaculares. El precio nada mal y el marco impresionante. Ni que decir tiene que la compañía de la mesa fue una autentica delicia: Santi Sanz, el gran David Casinos y su mujer, Isa, Javi, Jessica y otros muchos, que hicimos de la velada un momento de relax en medio de la competición.

sábado, 5 de febrero de 2011

Mundial de Nueva Zelanda (III) - Amanece en Christchurch


Son las cinco de la mañana y hay que ir a desayunar pues nuestra adaptación ha de ser así, no olvidemos que competimos a las nueve de la mañana  y al cuerpo hay que acostúmbralo antes, si es que hay alguien que lo pueda acostumbrar en estas circunstancias de tantas horas de diferencia.

¡Qué bueno el desayuno! Cereales de esos que aquí no ves, típicos americanos  y grandotes, yogur algo ácido y lleno de frutas del bosque que con miel está buenísimo. Un buen plato sopero de cereales y otro de frutas ya preparadas, con melón, sandía y una excelente piña natural. Para beber, el típico zumo de naranja y café americano, es decir agua manchada,  pero calentita. Por supuesto yo no puedo desayunar sin mis tostadas con su oro líquido, en esta ocasión me llevé botellitas de aceite de Córdoba, ¡ahí es ná! Ese aceite y mi vinagre de Jerez, que también me llevé hasta allí, no faltó en ninguna de mis ensaladas.

Antes de coger el autobús hacia las pistas para el entrenamiento, nos tomamos el cafetito de rigor en un bar al lado del hotel. El precio, 4 dólares, un pelín caro, pero el que es muy cafetero…

El autobús circula despacio y va parando en todos los hoteles para recoger a los atletas de todos los países. Es curioso, pero al principio del campeonato todos nos observamos y mantenemos las distancias para no dar pistas, nos saludamos cordialmente  pero no conversamos más allá de un qué tal.

Llegamos al estadio y se empieza a oler a campeonato. En el ambiente hay algo especial, la tensión se  percibe  por todos los recovecos de las instalaciones.

Tenemos dos pistas, una de calentamiento y otra de competición, separadas por apenas cien metros. Junto a la pista de calentamiento han colocado, a modo de boxes de Formula 1, unas carpas dónde cada país tiene instalado su equipo: sus bebidas, las camillas de los fisios y todo lo necesario para nuestros cuidados. En esas carpas también nos cambiamos y salimos justo a pie de pista a calentar.

La pista de calentamiento es como una alfombra, mullidita quizás en exceso  y el cambio a la de competir es muy brusco ya que es mucho más dura. Algunos, como Gustavo y mi guía, pueden dar fe de ello con las lesiones que se produjeron. Gustavo se rompió cuando iba primero en el 10.000 y mi guía ya os contaré más adelante.

En fin, pronto me cruzo con alguno de mis rivales entrenando y empiezo a valorar, sin querer, su estado de forma y el de sus guías. Todos están muy finos,  pero nosotros también.

Acabamos el rodaje y aunque estamos cojos hacemos unas rectas rapidillas para que no se diga.

Al terminar el entrenamiento, nuestra sorpresa es que el complejo deportivo tiene turbina de frio y jacuzzi. Y allá vamos, a meter las piernas a menos diez grados para recuperar. 

La rutina se repite esta primera semana hasta el comienzo del campeonato.

viernes, 4 de febrero de 2011

Mundial de Nueva Zelanda (II) - Salimos a correr

Poco después de habernos instalado en el hotel, salimos a correr 15 minutos de trote muy suave para soltar las piernas después de haber pasado tantas horas sentados en el avión. Las piernas están hinchadas y hay que tener muchísimo cuidado, aún así es muy positivo hacer ese trote. La ciudad invita a correr, totalmente llana y rodeada de hermosos parques con ríos que los atraviesan con su cauce tranquilo, aguas cristalinas procedentes de las montañas  y del monte Cook, de una altura parecida a nuestro Teide. Las grandes llanuras hasta llegar a Christchurch, dejan al río navegable y en el se pueden ver góndolas de tipo venecianas, pero a motor. El parque por el que corremos está repleto de árboles de muy diversas especies y la flora y  las aves envuelven el paseo del caminante de tal manera que a uno le parece estar  en consonancia con la naturaleza y entrar en un espacio casi paradisiaco donde la vida toma ese color tan particular que posee, es una luz que ilumina todo y hace que nuestra oscuridad se quede al pie de la entrada a estos jardines. Todo ese estrés y preocupaciones  que nos rodean y nos vuelven de color grisáceo quedan atrás. Es como pasar de una película en blanco y negro  a otra en color. Todo está verde y muy cuidado. Gansos, patos y las otras especies típicas del lugar salen a nuestro paso y en alguna ocasión se nos cruzan en los innumerables puentecillos que vamos cruzando. Aquí llueve casi todos los días un poquito y de ahí la exuberancia de la naturaleza.

Trotamos por una especie de gravilla que amortigua bastante nuestra pisada, algo que se agradece bastante. Pero nada más salir del parque, y tras la borrachera para mis sentidos, la fatalidad hace que al pasar por las cuatro escaleras que hay en toda la ciudad me tuerza el pie, que ya traía muy tocado, y se me reproduzca un esguince que me ha fastidiado durante todo el campeonato. Pero, afortunadamente, iba preparado para vencer cualquier obstáculo que se presentase, la cabeza estaba fuerte y tenía medios para paliar mis dolores con los excelentes profesionales de nuestro servicio médico: Amaya, Bego, Isa y nuestro paisano Kiko  son unos fenómenos. 

Un poquito de tratamiento, unos vendajes y a seguir.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Mundial de Nueva Zelanda (I) - Impresiones de un novato

Después del durísimo trabajo realizado durante los últimos meses, por fin pudimos asistir al Campeonato del Mundo de Nueva Zelanda. ¡Mi primer Mundial!

Mucho se ha escrito ya en diversos medios sobre el gran papel de nuestra selección en el Mundial y de los fantásticos logros de mis compañeros. Así pues, yo voy a hablar un poquito de esos otros detalles que van más allá de los resultados obtenidos.

Ya la palabra Mundial, suena grande, majestuosa y además lleva intrínseco, si hablamos de atletismo, esfuerzo, sacrificio, sudor, lagrimas, emociones indescriptibles y por encima de todo, la excelencia deportiva.

Este ha sido un campeonato que, por circunstancias, se ha desarrollado muy lejos del hogar de muchos de nosotros y eso lleva consigo el desagradable efecto del jet lag. Para los que no lo sepan, se trata de un desarreglo de los ritmos circadianos de nuestro cuerpo, pues a medida que vamos alejándonos de nuestro hemisferio, por cada hora que avanzamos o retrocedemos en el viaje, necesitamos un día de recuperación. Nueva Zelanda está justo en nuestras antípodas lo que significa que hay doce horas de diferencia con nuestro país. Después de más de día y medio de vuelo, tu cuerpo no sabe si hay que comer, desayunar o cenar, así como si hay que dormir o estar alerta.

Nada más coger el avión en Barajas decidimos, por prescripción médica, adelantar el reloj doce horas con el fin de ir adaptándonos al horario que íbamos a encontrar a nuestra llegada. Así pues, cogimos el avión de las tres de la tarde y para nosotros fueron de repente las tres de la mañana. Intentar dormir, algo complicado…

También hay que cambiar la medicación. Por ejemplo, los diabéticos deben cambiar las horas en las que se inyectan la insulina, en mi caso la pomada de la noche, toca ahora por la mañana. En fin, manos a la obra.
Ya en la ciudad de Christchurch (Nueva Zelanda), y tras las típicas caras desencajadas y algo pálidas del largo viaje, nos encontramos con un país distinto al nuestro en muchos sentidos. El verano anunciado no era tal y los vientos procedentes del Polo Sur y del Pacífico desmejoraban mucho nuestras expectativas del conocido verano austral. La ropa que llevábamos era de verano, verano y con lo friolero que yo soy lo primero que hice fue comprarme unos forros polares y el chaquetón de rigor.

Aparte del clima, la Ciudad de los Vientos nos recibió con otras delicadezas de esa parte del hemisferio. La ciudad es como esas típicas inglesas o americanas con el jardín a la entrada, con su césped recién cortado y sin ningún tipo de valla que proteja la casa. De madera, muchas con buhardilla y unido el césped con las aceras. Aceras perfectamente uniformes, sin bordillos ni farolas de por medio, ni cualquier otro tipo de mobiliario urbano que pueda interrumpir el transito de una silla de ruedas o de una persona ciega de paseo y con rebajes suaves.

Las calles son anchas y las aceras también y no parece que existan problemas de aparcamiento, pues se utilizan mucho los garajes y el transporte público como el tranvía, que además le da ese aspecto tranquilo y bohemio a la ciudad. En definitiva, una ciudad llana y accesible al cien por cien.

También hay algunos edificios de gran altura y a uno de ellos fuimos a parar: hotel Chancelot con 24 pisos de altura. Nosotros estábamos en el piso 22. La habitación era amplia con grandes camas y un ventanal que ocupaba todo el ancho de la pared y desde donde se veía toda la ciudad. El ventanal no tenía aperturas por ningún sitio para evitar que nadie salte al vacío, eso fue una de las primeras cosas que me sorprendió. Lo siguiente que me chocó fue el primer terremoto que vivimos, sonó como cuando se resquebraja la tierra, parecido a un trueno seco de la típica tormenta de verano, de esos veranos secos de mi tierra. Acto seguido, nuestro edificio empezó a oscilar como un péndulo, suavemente, encajando la onda expansiva y haciendo que mi guía y yo nos quedásemos perplejos, mirándonos el uno al otro, sujetos a las pared y atónitos ante el espectáculo. Allí nada cambió, miramos por la ventana y en la calle todo seguía su curso normal, la gente paseando tan tranquila, como si no hubiese pasado nada y eso nos dio tranquilidad. Unos diez temblores más sufrimos los días posteriores, uno de ellos de 5.2 en la escala Richter, fue el más fuerte y como consecuencia se produjeron grietas en los cristales y en los marcos de las puertas, aunque pequeñas. Llevan más de cuatro mil replicas desde el gran terremoto de el año pasado y esto allí era normal…