lunes, 27 de agosto de 2012

Días en la Villa Olímpica (II)

Amanece en la villa. Hileras de atletas van y vienen por las calles que se entrecruzan unas con otras, igual que los polígonos industriales forman las grandes extensiones de terreno que albergan sus fábricas.

Aquí en cambio, lo que albergan las calles son edificios perfectamente numerados, donde se da acogida a todas las personas que componen las diferentes familias paralímpicas. Otros edificios están destinados a hospitales para ser utilizados por los servicios médicos de cada país, otros para el ocio, otros para gimnasio y, por supuesto, el principal que es el destinado a reponer las energías de los deportistas. Se trata de un edificio de una sola planta y es tan grande que mi guía se cansa más andando por él que en un rodaje largo. ¡Es increíble! Tenemos a nuestra disposición restaurantes temáticos de todos los continentes: comida mediterránea, asiática, americana, británica, e incluso dentro hay un McDonald´s totalmente gratuito. Además hay máquinas de coca-cola, powerade, zumos y agua por toda la villa y en la primera planta de todos los edificios.

Comer en estos restaurantes es disfrutar de los sabores de cada país, y lo que es aún mejor, con productos de la más alta calidad. Los chefs se esfuerzan por sorprendernos a diario con sus mejores platos y los voluntarios que trabajan aquí, son de los más agradables y eficientes, pendientes de que no te falte de nada y siempre con una sonrisa en la cara, y eso que sólo deportistas somos más de 4000 y con el personal de apoyo, calculo que seremos más de 7000 personas. Pues, aunque parezca increíble, todo está engranado a la perfección y no hay aglomeraciones.

Aquí se recicla todo, incluso los líquidos. Por el hecho de tener tan gran variedad de platos a nuestra disposición, debemos tener cuidado de no dejarnos llevar por la tentación, pues es muy posible coger kilos sin enterarte.

Los aromas se mezclan a medida que vas entrando en el comedor, pero se trata de un aroma muy agradable, no huele a los típicos fritos de los recintos cerrados, tampoco es el olor de cuando llegas a casa y por el pasillo se concentra todo el olor de la cocina. Aquí no pasa eso, es fácil saber que estás por el continente asiático al pasar por su lado y sentir como las finas especias van envolviendo el ambiente de forma sutil, o que te encuentras en el mediterráneo, con su exquisita pasta italiana o la sorprendente comida británica, por ciento, muy buena y que me está haciendo romper los falsos mitos y prejuicios que tenía hacia ella. En fin, maravilloso lugar para los sentidos, lástima que estemos a lo que estamos y no podamos dar rienda suelta a nuestra gula. Aunque también he de decir, que alguno no se da cuenta y come por todos.

Por si os parece poco, nada más salir de mi portal tengo dos chiringuitos dónde preparan unos magníficos capuchinos o unos buenos expresos a la vieja usanza, es decir, con la máquina de café de los bares. Además puedes encontrar sándwiches, cookies, mufins y vasos de fruta troceada y pelada lista para comer.

Por cierto, los restaurantes están abiertos las 24 horas.

Saliendo del portal de mi bloque y girando a la derecha, encontramos el edificio del servicio médico español. Se trata de pequeñas consultas que se distribuyen por todo el espacio y que cuentan con máquinas de última generación para el diagnóstico y tratamiento de lesiones. Allí están los médicos y fisioterapeutas trabajando casi las 24 horas del día diría yo, pues no paran. Ellos son los encargados de que estemos al cien por cien y siempre están pendientes de nosotros, no solo en el hospital, también en los entrenamientos, a los que no faltan. A las siete de la mañana ya están tomando café y reuniéndose para cuadrar sus agendas. Además hay alguno se que se levanta a las 5 para ir a correr. No sé quien tiene aquí más energía, si los del servicio médico o nosotros.

Después de tomar nuestros buenos desayunos, es cuando toca ir a la tarea: preparar las mochilas y dirigirnos a las pistas de entrenamiento.

Para salir o entrar a la villa, hay que pasar varios controles de seguridad con sus escáneres y cacheos habituales. Los conductores de los autobuses de dos plantas nos esperan con puntualidad británica y con la misma puntualidad salen, es decir, da igual que el autobús esté completo, no sale hasta su hora por más que le digas al conductor que ya estamos todos. Tenemos la pista de entrenamiento a una media hora de carretera. También la pista tiene sus controles de seguridad y necesitas acreditación para entrar. Es una pista de esas típicas que te hundes demasiado y parece que rebotas. No me gusta nada, la verdad, y es que es muy fácil cargarte de piernas e incluso lesionarte. Cuesta correr y te cargas en exceso. La parte positiva es que tienes zumos y bebidas e incluso frutas y galletas energéticas para cuando acabas el entrenamiento.

La otra pista de calentamiento es la del impresionante Estadio Olímpico. Eso ya es otra cosa. El estadio es..., o sea... Bueno: grandioso, increíble y eso visto desde fuera. Según entramos en la pista de calentamiento las sensaciones son otras. Esto sí que es tartán del bueno. El anillo está rodeado de las carpas dónde nos preparamos los atletas y los fisios y médicos tienen, por así decirlo, a modo de boxes de Fórmula 1, sus herramientas de trabajo. Las carpas cuentan con televisores planos para que se puedan seguir las competiciones en directo y de esta manera los sanitarios puedan seguir al atleta desde que sale, cruza por el gusano que le lleva al estadio y compite.

En cuanto al clima, unas veces sale el sol, otras llueve y otras hace demasiado viento. Podríamos decir que es Londres en estado puro. Hoy es día de probar esa pista y saber si los clavos son adecuados para ese tartán. Según estamos calentando, la cosa se va enfriando, es decir, las nubecillas que se veían en el horizonte, ahora las tenemos encima y a falta de 200 metros para que acabemos el calentamiento me cae la primera gota y en menos de 50 metros ya nos está cayendo el diluvio universal. Nos refugiamos en la carpa y el sonido del agua al chocar con la lona y el tartán es como de lluvia torrencial. Mientras, nos ponemos los clavos porque hoy tocan series de 200 metros para ir cogiendo chispa y además son ideales para saber si la pista es tan rápida como dicen. Como no para de llover, aprovechamos que la lluvia torrencial pasa a ser simplemente lluvia y hacemos unas progresiones. Al instante me doy cuenta de la calidad de la pista, es muy rápida y las sensaciones son muy buenas. Los clavos se agarran con rabia y parecen querer confundirte y hacerte creer que eres de otra disciplina y en vez de medio fondista te crees Usain Bold. No pasa nada, un par de doscientos metros, la lluvia torrencial y la poca recuperación entre series te recuerdan que tú estás hecho para los kilómetros.

Por supuesto que nos empapamos y que la pista encharcada hace que las piernas pesen más de lo normal, pero aún así, las sensaciones son buenísimas. Cada vez elaboran nuevos materiales para construir las pistas y en esta ocasión creo que han conseguido un resultado estupendo.

Volvemos a la carpa empapados, pero contentos de haber disfrutado de un entreno que quedará para el recuerdo.

domingo, 26 de agosto de 2012

Días en la Villa Olímpica (I)

Mi compañero Oriol está durmiendo la siesta. Esta vez la habitación parece distinta a la de otras ocasiones. La ventana está medio abierta y se escucha el murmullo incesante de la gente al pasar. El murmullo es algo distinto también, la sonoridad es confusa y no se aprecia bien en que lengua hablan o más bien, parecen hablar varias a la vez. De repente, suena un reactor como el de los aviones y es que debe haber un aeropuerto bastante cerca, pues no es la primera ni creo que esta sea la última vez que lo escuche.

Por las noches, en la madrugada, los primeros días noté un fuerte chirrido de lo que a buen seguro era uno de esos trenes que se acercan hasta este lugar. De vez en cuando, y sobre todo a primera hora de la mañana, siento como golpean unos pares de zapatillas en el asfalto, llevan un ritmo que me es familiar, ritmo acompasado, de zancada amplia y de pisar firme, yo diría que entra de metatarso y posiblemente vaya por debajo de 3:20 el km. Es el ritmo de maratón, nada suena tan acompasado como ese pisar. Son los maratonianos en su rodaje, posiblemente en ayunas, preparando lo que pueden ser sus últimos rodajes largos. Siempre a la misma hora, aunque no todos los días.

Desde la ventana de mi cuarto puedo apreciar muchas cosas mientras espero al amanecer y un nuevo día en la Villa Olímpica. Si amigos, estoy en la Villa Olímpica, en Londres. Ahora puedo decir bien alto que lo he conseguido, que ya estoy aquí.

Cuatro años de duro trabajo. Cuatro años de sacrificios no sólo por mi parte, también por la de mi familia y amigos, pero cuatro años también de felicidad, de esfuerzo y de superación personal. Cuatro años de buscar dónde está el límite. Y aquí está la recompensa. Atrás quedan esos días en los que te levantas y te cuesta ver la luz, en los que la desidia o el agobio por hacer una marca no te dejan conciliar el sueño, días en los que lo ves todo negro, pero que sabes que siempre hay alguien a tu lado que te ayudará a superar el trance y te hará salir con más fuerza de ese agujero que no es otro que tú cabeza.

Todo eso ya pasó. Ahora estoy aquí y os voy a contar como es esto, mejor dicho, intentaré hacerlo porque no es nada fácil de explicar. Jamás vi nada igual. Ningún campeonato internacional se le parece ni de lejos. Ni siquiera un mundial. Esto es lo más grande que puede vivir un atleta.

lunes, 23 de julio de 2012

Agradecimientos

Mis amigos de Estoesdxt me piden que escriba unas líneas explicando lo que siento ante la llegada de los J.J.P.P.

Parece que fue ayer cuando se me pasó por la cabeza esto de intentar ir a unos Juegos Paralímpicos. Algunos creyeron que estaba chalado, otros que ya está Riqui con una de las suyas, ya se le pasará... Pero también hubo gente que creyó en mí. Pero lo más importante, y lo que nunca me faltó, fue el deseo incesante de correr y trabajar en mi sueño hasta el límite.

En este camino de casi cuatro años, me he encontrado de todo: alegrías, compañeros, triunfos, decepciones, sonrisas y lágrimas. Yo me quedo con todo lo bueno e intento aprender de las decepciones y de todos esos momentos malos que van surgiendo en el camino porque pienso que cada vez que tienes una dificultad y la vences, te haces más fuerte. Todos los que me seguís en mi blog, sabéis de lo que os hablo. Aprovecho para dar las gracias a mis amigos de Estoesdxt, por cederme este espacio para dar a conocer mis inquietudes y mi sueño.

Ese sueño es ya una realidad: mi nombre está en la lista de los seleccionados para representar nada más y nada menos que al Deporte Paralímpico Español. Para mí es un orgullo y un honor formar parte de este gran grupo.

Me gustaría aprovechar estas líneas para acordarme de todos mis compañeros que han trabajado durísimo para estar en Londres y por unos u otros motivos no lo han conseguido. A buen seguro que lo seguirán intentando para estar en Río 2016. Y es que el deporte de alta competición es así de duro: marcas muy difíciles, lesiones y, en definitiva, la vida misma con sus percances y vaivenes.

Yo he logrado clasificarme para participar en unos Juegos Paralímpicos y eso es mi sueño hecho realidad. Ahora trabajo muy duro por estar en la final de 5000 m., el día 7 de septiembre en el Estadio Olímpico de Londres, para ello, junto con mi guía, tendré que vencer a mis rivales en la semifinal y es obvio que ellos, al igual que yo, querrán estar en la final. El trabajo, la salud y la suerte o el destino, serán los factores que determinaran la lista de esa final.

Siempre me gusta hablar de mi equipo y creo que ahora es un buen momento para recordar a todos los que me han ayudado a conseguir mi gran sueño:

Mi primer guía, Rubén Herranz Díaz, fue el primero en sacarme de mi casa a correr por los caminos junto a la vía del tren. Lo recuerdo como una bomba de oxigeno y motivación pues aún estaba recién operado y me acababa de quedar ciego. Primer gesto de una gran persona y gran amigo, que siempre guardaré en mi corazón.

Luis fue quien me acompañó en mis primeros retos, nada más y nada menos que el Maratón de Roma y el Maratón del Sahara. Bueno, creo que sobran las palabras: maratón=compartir un montón de entrenos y vivencias increíbles.

Juan Antonio Araujo. Mi gran amigo Juanan. Con él conseguí dos medallas internacionales y un buen puñado de récords, pero lo más importante es que me empezó a enseñar lo duro que es esto del atletismo.

Al Mundial de Nueva Zelanda me acompaño otro atleta de élite, Óscar Martín. Fichaje que hizo mi antiguo club y que me mostró otra parte del atletismo que no conocía.

Fernando Rey. ¿Qué decir de este gran atleta? Pues muchas cosas y todas y cada una mejor. Fernando es un atleta de ÉLITE con mayúsculas. Mucho aprendí de él y, si no fuese por el percance que sufrió precisamente en Londres, hoy sería mi guía. Fernando me ha enseñado muchísimo, a día de hoy es uno de mis grandes amigos y seguro que volveremos a correr juntos.

Oriol Sellarés Martínez. Mi actual guía. Una persona excepcional. Él fue el que se prestó para ayudarme en la final de los 5.000 m. en el Mundial de Nueva Zelanda, con él he batido mi record de España, con él acabo de ser campeón de Europa y con él iré a los Juegos Paralímpicos. Oriol es un amigo para toda la vida, un gran tipo. Es fantástico.

Podría estar contando miles de anécdotas y cualidades de todos ellos pero sería en varios capítulos y no quiero extenderme demasiado.

El último gesto de lo que se puede llamar guía, es el de un atleta de Oviedo que se enteró de que yo no tenía guía para ir concentrado a Oviedo y se ofreció, a través de mi amigo Alberto, a llevarme en los entrenamientos que hiciese falta en mi estancia en su ciudad. Gracias Luisja por todo, gracias por venir a buscarme a diario, gracias por llevarme tan a gusto en esos rodajes maravillosos por tu tierra, gracias por darlo todo en las series en esa fantástica pista que tenéis en Oviedo y gracias a toda la gente de tu club que me ayudo a que todo fuese más fácil.

Gracias a mi entrenador, David Rodríguez García, por su excelente preparación y enseñarme tanto.

Gracias por tus cuidados, Javi, por tu excelente profesionalidad y por estar siempre pendiente de mi estado físico.

Gracias a mi familia por su gran apoyo y gracias a todos mis amigos y compañeros de selección.

Gracias a mi otra guía, Yolanda, sin ella esto sería imposible.

Bueno, amigos. Ahora a darlo todo y a disfrutar de este sueño que ya es una realidad.

lunes, 4 de junio de 2012

La sombra del miedo

Ante las grandes citas, a medida que se va acercando la hora de darlo todo, cuando además las oportunidades que tienes para hacer la marca deseada son pocas y se te están acabando, es cuando realmente llega el momento de la verdad: el día en el que tienes que demostrar todo el trabajo que has realizado. Ese día ha de ser casi perfecto. El trabajo ha sido duro, tú sabes que tienes la marca deseada en tus piernas y es el momento de demostrarlo.

En todo este periodo en que he ido creciendo como atleta, en muchas ocasiones, he tenido que enfrentarme al crono, a las inclemencias del tiempo, a mis rivales y, por supuesto, a más de una lesión. Siempre he salido airoso en estos lances, al final, de una u otra forma he conseguido vencer mis miedos.

Mis entrenamientos no solo están basados en el aspectos físico, también le doy mucha importancia al terreno psicológico. Siempre he creído en mí, en mi entrenador y en sus extenuantes papelas que a diario sacan lo mejor de mí. Además, están esos fantásticos guías que me ayudan y el increíble equipo que hay detrás de todo este esfuerzo.

Ahora bien, cuando llega la hora de la verdad, estas sólo. Eres tú el que tiene que demostrar lo que realmente vales.

El pasado fin de semana, acudí al Meeting Internacional de Hospitalet, en busca de una marca: el récord de España de 5.000 y la mínima B para poder asistir, nada más y nada menos, que a unos Juegos Paralímpicos, el mayor sueño para un atleta.

Como decía, siempre he confiado en mí y en el trabajo que he realizado y eso te hace fuerte. Pero las últimas dos semanas, antes de la gran cita, empecé con importantes problemas musculares y eso hizo que tuviera que bajar en mis entrenos e incluso algún día tuve que quedarme en la cama.

Viajé a Barcelona tomando antiinflamatorios y, aún así, intenté mantener la motivación al máximo. Llegué en el avión de las ocho de la mañana y a las diez, ya estaba rodando con mi amigo Ignasi y el gran Oriol, mi guía. Soltamos patas, como se suele decir, y acto seguido nos metimos en una piscina con el agua muy fría, algo que me vino de maravilla. Pero, llego la noche, llegaron las dudas, los agobios por no haber entrenado lo suficiente. Tu respiración cambia, ya no tiene la fluidez que acostumbra y, poco a poco, te va entrando esa angustia que se va tornando en ansiedad a medida que van pasando las horas y la competición se acerca.

Esto es fatal para tus pretensiones y te va consumiendo toda la energía que luego vas a necesitar. Los pensamientos son negativos y es la pescadilla que se muerde la cola, entras en una especie de bucle o de agujero negro del que, o te das prisa en salir, o estás perdido. Yo siempre he podido con esto y nuca lo he dejado crecer: no se puede alimentar a la bestia, pues entonces todos tus temores salen a flote y se hacen contigo.

Uno de mis trucos es pensar en disfrutar. Repetirme a mí mismo: ¿por qué hago esto? Y la respuesta la tengo clara: porque es mi vida y es con lo que disfruto.

Aquel día el problema fue que el subconsciente me jugó una mala pasada. Me acosté tranquilo y con ganas de ver el nuevo día. Cuando llevaba cuatro horas de sueño profundo, me desperté de pronto, con problemas para mantener una respiración sosegada y con bastante ansiedad. La noche fue un calvario, las horas no pasaban y tuve que estar haciendo ejercicios de respiración y aplicar todas las técnicas de relajación que aprendí años antes en el fantástico laboratorio de excelencia deportiva de la UCLM.

La mañana se presentó fantástica para el objetivo que me había llevado hasta allí. Sólo existía un problema y era que el miedo había hecho presa de mí. Un miedo atroz, algo que no había sentido en mi vida, ni tan siquiera en otras competiciones internacionales en las que ya había participado. La gran suerte para mí fue que estaba rodeado de dos de los integrantes de mi equipo: mi amiga Yolanda, que es la que se me ocupa de mis gestiones y me ayuda en mi carrera deportiva, y mi excelente guía Oriol. Además, contaba con los gritos de ánimo de mi amigo Ignasi, del excelente publico que se encontraba en la pista e incluso de los atletas que corrían conmigo y que me animaban a conseguir mi objetivo, como fueron Mª Carmen Paredes; su marido y guía, Lorenzo; y el gran atleta Iván Hompanera.

Al final, récord de España y mínima B.

Gracias Oriol, por confiar en mí, gracias por la excelente carrera que hiciste, por tus incansables ánimos y por saber exactamente cuándo y dónde tenías que apretarme en la carrera.

De esta carrera no sólo me quedo con la mejor marca de mi vida, sino con el hecho de haber superado ese miedo. Esto sí que es importante, pues es muy seguro que volverá a aparecer, pero entonces me encontrará mucho más fuerte.